Jueces 4

Débora, jueza de Israel

1 Muerto Aod, los israelitas volvieron a hacer lo malo a los ojos delSeñor.

2 Entonces elSeñorlos entregó a Jabín, un rey cananeo de Hazor. El comandante de su ejército era Sísara, que vivía en Haroset-goim.

3 Sísara, quien tenía novecientos carros de guerra hechos de hierro, oprimió a los israelitas sin piedad durante veinte años, hasta que el pueblo de Israel clamó alSeñorpor ayuda.

4 Débora, la esposa de Lapidot, era una profetisa que en ese tiempo juzgaba a Israel.

5 Solía sentarse bajo la Palmera de Débora, entre Ramá y Betel, en la zona montañosa de Efraín, y los israelitas acudían a ella para que los juzgara.

6 Un día Débora mandó a buscar a Barac, hijo de Abinoam, quien vivía en Cedes, en el territorio de Neftalí y le dijo:

—ElSeñor, Dios de Israel, te ordena: reúne en el monte Tabor a diez mil guerreros de las tribus de Neftalí y de Zabulón.

7 Y yo haré que Sísara, el comandante del ejército de Jabín, vaya al río Cisón junto con sus carros de guerra y sus guerreros. Allí te daré la victoria sobre él.

8 Barac le dijo:

—Yo iré, pero solo si tú vienes conmigo.

9 —Muy bien —dijo ella—, iré contigo. Pero tú no recibirás honra en esta misión, porque la victoria delSeñorsobre Sísara quedará en manos de una mujer.

Así que Débora fue con Barac a Cedes.

10 En Cedes, Barac reunió a las tribus de Zabulón y de Neftalí, y diez mil guerreros subieron con él. Débora también lo acompañó.

11 Ahora bien, Heber el ceneo, un descendiente de Hobab, cuñadode Moisés, se había separado de los demás miembros de su tribu y armó su carpa junto al roble de Saananim, cerca de Cedes.

12 Cuando le dijeron a Sísara que Barac, hijo de Abinoam, había subido al monte Tabor,

13 mandó llamar a sus novecientos carros de guerra hechos de hierro y a todos sus guerreros, y marcharon desde Haroset-goim hasta el río Cisón.

14 Entonces Débora le dijo a Barac: «¡Prepárate! Hoy es el día en que elSeñorte dará la victoria sobre Sísara, porque elSeñormarcha delante de ti». Así que Barac descendió las laderas del monte Tabor al frente de sus diez mil guerreros para entrar en batalla.

15 Cuando Barac atacó, elSeñorllenó de pánico a Sísara y a todos sus carros de guerra y a sus guerreros. Sísara saltó de su carro de guerra y escapó a pie.

16 Entonces Barac persiguió a los carros y al ejército enemigo hasta Haroset-goim, y mató a todos los guerreros de Sísara. Ni uno solo quedó con vida.

17 Mientras tanto, Sísara corrió hasta la carpa de Jael, la esposa de Heber, el ceneo, porque la familia de Heber tenía amistad con el rey Jabín, de Hazor.

18 Jael salió al encuentro de Sísara y le dijo:

—Entre en mi carpa, señor. Venga. No tenga miedo.

Así que él entró en la carpa, y ella lo cubrió con una manta.

19 —Dame un poco de agua, por favor —le dijo él—. Tengo sed.

Así que ella le dio leche de una bolsa de cuero y volvió a cubrirlo.

20 —Párate en la puerta de la carpa —le dijo a ella—. Si alguien viene y pregunta si hay alguien adentro, dile que no.

21 Pero cuando Sísara se durmió por tanto agotamiento, Jael se le acercó en silencio con un martillo y una estaca en la mano. Entonces le clavó la estaca en la sien hasta que quedó clavada en el suelo, y así murió.

22 Cuando Barac llegó en busca de Sísara, Jael salió a su encuentro y le dijo: «Ven, te mostraré al hombre que buscas». Entonces él entró en la carpa tras ella, y allí encontró a Sísara muerto, tendido en el suelo con la estaca atravesada en la sien.

23 Por lo tanto, ese día Israel vio a Dios derrotar a Jabín, el rey cananeo.

24 Y a partir de entonces, Israel se hizo cada vez más fuerte contra el rey Jabín hasta que finalmente lo destruyó.

Jueces 5

Cántico de Débora

1 Ese día, Débora y Barac, hijo de Abinoam, entonaron el siguiente cántico:

2 «Los líderes de Israel tomaron el mando,

y el pueblo los siguió con gusto.

¡Alabado sea elSeñor!

3 »¡Escuchen, ustedes reyes!

¡Presten atención, ustedes gobernantes poderosos!

Pues cantaré alSeñor;

tocaré música para elSeñor, Dios de Israel.

4 »Señor, cuando saliste de Seir

y marchaste por los campos de Edom,

la tierra tembló,

y los cielos nublados derramaron lluvias torrenciales.

5 Las montañas temblaron ante la presencia delSeñor,

Dios del monte Sinaí,

ante la presencia delSeñor,

Dios de Israel.

6 »En los días de Samgar, hijo de Anat,

y en los días de Jael,

la gente evitaba las rutas principales

y los viajeros no salían de los caminos sinuosos.

7 Ya quedaba poca gente en las aldeas de Israel,

hasta que Débora surgió como una madre para Israel.

8 Cuando Israel escogió nuevos dioses,

la guerra estalló a las puertas de la ciudad.

¡Sin embargo, no se veía ni un escudo ni una lanza

entre cuarenta mil guerreros de Israel!

9 Mi corazón está con los comandantes de Israel,

con los que se ofrecieron para la guerra.

¡Alabado sea elSeñor!

10 »Piensen en esto, ustedes que cabalgan en burros selectos,

ustedes que se sientan sobre elaboradas mantas de caballo

y ustedes que andan por el camino.

11 Escuchen a los músicos de las aldeas,

que están reunidos junto a los abrevaderos.

Relatan las justas victorias delSeñor

y los triunfos de sus aldeanos en Israel.

Entonces el pueblo delSeñor

descendió a las puertas de la ciudad.

12 »¡Despierta, Débora, despierta!

¡Despierta, despierta y entona un cántico!

¡Levántate, Barac!

¡Llévate a tus cautivos, hijo de Abinoam!

13 »De Tabor descendieron los pocos para juntarse con los nobles;

el pueblo delSeñormarchó colina abajo contra poderosos guerreros.

14 Descendieron de Efraín,

tierra que antes pertenecía a los amalecitas;

te siguieron a ti, Benjamín, con tus tropas.

De Maquir los comandantes descendieron a paso de marcha;

desde Zabulón llegaron los que llevan el bastón de mando.

15 Los príncipes de Isacar estuvieron con Débora y Barac;

siguieron a Barac a toda prisa hasta el valle.

Pero en la tribu de Rubén

hubo gran indecisión.

16 ¿Por qué se quedaron sentados en su casa entre los rediles,

para oír a los pastores silbar a sus rebaños?

Así es, en la tribu de Rubén

hubo gran indecisión.

17 Galaad permaneció al oriente del Jordán.

Y ¿por qué Dan se quedó en su casa?

Aser se sentó sin moverse a la orilla del mar,

y permaneció en sus puertos.

18 Pero Zabulón arriesgó la vida,

igual que Neftalí, en las alturas del campo de batalla.

19 »Los reyes de Canaán llegaron y pelearon

en Taanac, cerca de los manantiales de Meguido,

pero no se llevaron tesoros de plata.

20 Desde el cielo lucharon las estrellas;

las estrellas en sus órbitas pelearon contra Sísara.

21 El río Cisón arrasó con ellos,

ese antiguo torrente llamado Cisón.

¡Marcha hacia adelante con valor, alma mía!

22 Luego los cascos de los caballos martillaron el suelo:

el galope resonante de los poderosos corceles de Sísara.

23 “Que sean malditos los habitantes de Meroz —dijo el ángel delSeñor—.

Que sean completamente malditos,

porque no vinieron para ayudar alSeñor,

para ayudar alSeñorcontra los poderosos guerreros”.

24 »La más bendita entre las mujeres es Jael,

la esposa de Heber, el ceneo.

Bendita sea más que todas las mujeres que viven en carpas.

25 Sísara le pidió agua,

y ella le dio leche.

En un tazón digno de nobles,

le trajo yogur.

26 Después tomó una estaca con la mano izquierda,

y con la derecha, el martillo del trabajador.

Golpeó a Sísara con el martillo y le aplastó la cabeza;

con un terrible golpe le atravesó las sienes.

27 Él se desplomó, cayó,

quedó inmóvil, tendido a sus pies;

y allí donde cayó,

quedó muerto.

28 »Por la ventana se asomó la madre de Sísara.

Desde la ventana esperaba su regreso mientras decía:

“¿Por qué tarda tanto en llegar su carro?

¿Por qué no oímos el sonido de las ruedas del carro?”.

29 »Sus sabias mujeres le responden,

y ella se repite estas palabras a sí misma:

30 “Seguramente están repartiendo el botín que capturaron,

que tendrá una o dos mujeres para cada hombre.

Habrá túnicas llenas de todos los colores para Sísara,

y para mí, coloridas túnicas con bordados.

Seguro que en el botín hay

túnicas de colores y bordadas de ambos lados”.

31 »¡Señor, que todos tus enemigos mueran como Sísara;

pero los que te aman, que se levanten como el sol cuando brilla con toda su fuerza!».

Después hubo paz en la tierra durante cuarenta años.

Jueces 6

Gedeón, juez de Israel

1 Los israelitas hicieron lo malo a los ojos delSeñor. Entonces elSeñorlos entregó a los madianitas durante siete años.

2 Los madianitas eran tan crueles que los israelitas hicieron escondites en los montes, en las cuevas y en lugares fortificados.

3 Cada vez que los israelitas sembraban sus cultivos, venían saqueadores de Madián, de Amalec y del pueblo del oriente, y atacaban a Israel.

4 Acampaban en territorio israelita y destruían las cosechas hasta la región de Gaza. Se llevaban todas las ovejas, las cabras, el ganado y los burros, y dejaban a los israelitas sin qué comer.

5 Estas multitudes enemigas, que venían con sus animales y sus carpas, eran como una plaga de langostas; llegaban en numerosas manadas de camellos, imposibles de contar, y no se iban hasta que la tierra quedaba desolada.

6 Así que Israel se moría de hambre en manos de los madianitas. Entonces los israelitas clamaron alSeñorpor ayuda.

7 Cuando clamaron alSeñora causa de Madián,

8 elSeñorles envió un profeta, quien dijo al pueblo de Israel: «Esto dice elSeñor, Dios de Israel: “Yo te saqué de la esclavitud en Egipto.

9 Te rescaté de los egipcios y de todos los que te oprimían. Expulsé a tus enemigos y te di sus tierras.

10 Te dije: ‘Yo soy elSeñor, tu Dios. No debes rendir culto a los dioses de los amorreos, en cuya tierra ahora vives’. Pero no me hiciste caso”».

11 Después el ángel delSeñorvino y se sentó debajo del gran árbol de Ofra que pertenecía a Joás, del clan de Abiezer. Gedeón, hijo de Joás, estaba trillando trigo en el fondo de un lagar para esconder el grano de los madianitas.

12 Entonces el ángel delSeñorse le apareció y le dijo:

—¡Guerrero valiente, elSeñorestá contigo!

13 —Señor —respondió Gedeón—, si elSeñorestá con nosotros, ¿por qué nos sucede todo esto? ¿Y dónde están todos los milagros que nos contaron nuestros antepasados? ¿Acaso no dijeron: “ElSeñornos sacó de Egipto”? Pero ahora elSeñornos ha abandonado y nos entregó en manos de los madianitas.

14 Entonces elSeñorlo miró y le dijo:

—Ve tú con la fuerza que tienes y rescata a Israel de los madianitas. ¡Yo soy quien te envía!

15 —Pero, Señor —respondió Gedeón—, ¿cómo podré yo rescatar a Israel? ¡Mi clan es el más débil de toda la tribu de Manasés, y yo soy el de menor importancia en mi familia!

16 ElSeñorle dijo:

—Yo estaré contigo, y destruirás a los madianitas como si estuvieras luchando contra un solo hombre.

17 —Si de verdad cuento con tu favor —respondió Gedeón—, muéstrame una señal para asegurarme de que es realmente elSeñorquien habla conmigo.

18 No te vayas hasta que te traiga mi ofrenda.

Él respondió:

—Aquí me quedaré hasta que regreses.

19 Entonces Gedeón fue de prisa a su casa. Asó un cabrito y horneó pan sin levadura con una medidade harina. Luego llevó la carne en una canasta y el caldo en una olla. Puso todo delante del ángel, quien estaba bajo el gran árbol.

20 Así que el ángel de Dios le dijo: «Pon la carne y el pan sin levadura sobre esta piedra y derrama el caldo sobre ellos». Y Gedeón hizo lo que se le indicó.

21 Entonces el ángel delSeñortocó la carne y el pan con la punta de la vara que tenía en la mano, y de la piedra salió fuego que consumió todo lo que Gedeón había llevado. Y el ángel delSeñordesapareció.

22 Cuando Gedeón se dio cuenta de que era el ángel delSeñor, clamó:

—¡OhSeñorSoberano, estoy condenado! ¡He visto cara a cara al ángel delSeñor!

23 —No te preocupes —le contestó elSeñor—. No tengas miedo; no morirás.

24 Entonces Gedeón construyó un altar alSeñoren ese lugar y lo llamó Yahveh-shalom (que significa «elSeñores paz»). Ese altar sigue en Ofra, en la tierra del clan de Abiezer, hasta el día de hoy.

25 Esa noche elSeñorle dijo a Gedeón: «Toma el segundo toro del rebaño de tu padre, el que tiene siete años. Derriba el altar que tu padre levantó a Baal y corta el poste dedicado a la diosa Asera que está junto al altar.

26 Después construye un altar alSeñortu Dios en el santuario de esta misma cima, colocando cada piedra con cuidado. Sacrifica el toro como ofrenda quemada sobre el altar, y usa como leña el poste dedicado a la diosa Asera que cortaste».

27 Entonces Gedeón llevó a diez de sus criados e hizo lo que elSeñorle había ordenado; pero lo hizo de noche, porque les tenía miedo a los demás miembros de la casa de su padre y a la gente de la ciudad.

28 Temprano a la mañana siguiente, mientras los habitantes de la ciudad se despertaban, alguien descubrió que el altar de Baal estaba derribado y que habían cortado el poste dedicado a la diosa Asera que estaba al lado. En su lugar se había construido un nuevo altar, y sobre ese altar estaban los restos del toro que se había sacrificado.

29 Los habitantes se preguntaban unos a otros: «¿Quién hizo esto?». Y después de preguntar por todas partes y hacer una búsqueda cuidadosa, se enteraron de que había sido Gedeón, el hijo de Joás.

30 —Saca a tu hijo —le exigieron a Joás los hombres de la ciudad—. Tendrá que morir por haber destruido el altar de Baal y haber cortado el poste dedicado a la diosa Asera.

31 Sin embargo, Joás gritó a la turba que lo enfrentaba:

—¿Por qué defienden a Baal? ¿Acaso abogarán por él? ¡Todo el que defienda su causa será ejecutado antes del amanecer! Si de verdad Baal es un dios, ¡que se defienda a sí mismo y destruya al que derribó su altar!

32 A partir de entonces a Gedeón lo llamaron Jerobaal, que significa «que Baal se defienda a sí mismo», porque él destruyó el altar de Baal.

Gedeón pide una señal

33 Poco tiempo después, los ejércitos de Madián, de Amalec y del pueblo del oriente formaron una alianza en contra de Israel; cruzaron el Jordán y acamparon en el valle de Jezreel.

34 Entonces el Espíritu delSeñorvistió a Gedeón de poder. Gedeón tocó el cuerno de carnero como un llamado a tomar las armas, y los hombres del clan de Abiezer se le unieron.

35 También envió mensajeros por todo Manasés, Aser, Zabulón y Neftalí para convocar a sus guerreros, y todos ellos respondieron.

36 Después Gedeón le dijo a Dios: «Si de veras vas a usarme para rescatar a Israel como lo prometiste,

37 demuéstramelo de la siguiente manera: esta noche pondré una lana de oveja en el suelo del campo de trillar; si por la mañana la lana está mojada con el rocío, pero el suelo está seco, entonces sabré que me ayudarás a rescatar a Israel como lo prometiste».

38 Y eso fue exactamente lo que sucedió. Cuando Gedeón se levantó temprano a la mañana siguiente, exprimió la lana y sacó un tazón lleno de agua.

39 Luego Gedeón le dijo a Dios: «Por favor, no te enojes conmigo, pero deja que te haga otra petición. Permíteme usar la lana para una prueba más. Esta vez, que la lana se quede seca, mientras que el suelo alrededor esté mojado con el rocío».

40 Así que esa noche, Dios hizo lo que Gedeón le pidió. A la mañana siguiente, la lana estaba seca, pero el suelo estaba cubierto de rocío.

Jueces 7

Gedeón derrota a los madianitas

1 Entonces Jerobaal (es decir, Gedeón) y su ejército se levantaron temprano y fueron hasta el manantial de Harod. El campamento de los ejércitos de Madián estaba al norte de ellos, en el valle cercano a la colina de More.

2 Entonces elSeñorle dijo a Gedeón: «Tienes demasiados guerreros contigo. Si dejo que todos ustedes peleen contra los madianitas, los israelitas se jactarán ante mí de que se salvaron con su propia fuerza.

3 Por lo tanto, dile al pueblo: “A todo aquel que le falte valentía o que tenga miedo, que abandone este montey se vaya a su casa”». Así que veintidós mil de ellos se fueron a su casa, y quedaron solo diez mil dispuestos a pelear.

4 Pero elSeñorle dijo a Gedeón: «Todavía son demasiados. Hazlos descender al manantial, y yo los pondré a prueba para determinar quién irá contigo y quién no».

5 Cuando Gedeón bajó con sus guerreros hasta el agua, elSeñorle dijo: «Divide a los hombres en dos grupos. En un grupo, pon a todos los que beban el agua en sus manos lamiéndola como hacen los perros. En el otro grupo, pon a todos los que se arrodillan para beber directamente del arroyo».

6 Solo trescientos de los hombres bebieron con las manos. Los demás se arrodillaron para beber con la boca en el arroyo.

7 Entonces elSeñorle dijo a Gedeón: «Con estos trescientos hombres, rescataré a Israel y te daré la victoria sobre los madianitas. Envía a todos los demás a su casa».

8 Así que Gedeón recogió las provisiones y los cuernos de carnero de los otros guerreros y mandó a cada uno de ellos a su casa, pero se quedó con los trescientos hombres.

El campamento madianita estaba en el valle, directamente abajo de donde se encontraba Gedeón.

9 Esa noche elSeñorle dijo: «¡Levántate! ¡Desciende al campamento madianita, porque te he dado la victoria sobre ellos!

10 Pero si tienes miedo de atacar, desciende al campamento con tu siervo Fura.

11 Escucha lo que dicen los madianitas, y cobrarás mucho ánimo. Entonces estarás ansioso por atacar».

Así que Gedeón, acompañado por Fura, descendió hasta el límite del campamento enemigo.

12 Los ejércitos de Madián, de Amalec y del pueblo del oriente se habían establecido en el valle como un enjambre de langostas. Sus camellos eran como los granos de arena a la orilla del mar, ¡imposibles de contar!

13 Entonces Gedeón se acercó sigilosamente, justo cuando un hombre le contaba un sueño a su compañero.

—Tuve un sueño —decía el hombre— en el cual un pan de cebada venía rodando cuesta abajo hacia el campamento madianita; ¡entonces cuando golpeaba una carpa, la volteaba y la aplastaba!

14 Su compañero le respondió:

—Tu sueño solo puede significar una cosa: ¡Dios le ha dado a Gedeón, hijo de Joás, el israelita, la victoria sobre Madián y todos sus aliados!

15 Cuando Gedeón oyó el sueño y la interpretación, se inclinó en adoración ante elSeñor.Luego regresó al campamento israelita y gritó: «¡Levántense, porque elSeñorles ha dado la victoria sobre las multitudes madianitas!».

16 Así que dividió a los trescientos hombres en tres grupos y le dio a cada hombre un cuerno de carnero y una vasija de barro con una antorcha adentro.

17 Después les dijo: «Fíjense en mí. Cuando yo llegue al límite del campamento, hagan lo mismo que yo.

18 En cuanto yo y los que están conmigo toquemos los cuernos de carnero, ustedes también toquen sus cuernos alrededor de todo el campamento y griten: “¡Por elSeñory por Gedeón!”».

19 Fue apenas pasada la medianoche,después del cambio de guardia, cuando Gedeón y los cien hombres que iban con él llegaron al límite del campamento madianita. Entonces de un momento al otro, tocaron los cuernos de carnero y rompieron las vasijas de barro.

20 Enseguida los tres grupos tocaron juntos los cuernos y rompieron las vasijas. Con la mano izquierda sostenían la antorcha ardiente, y en la mano derecha llevaban el cuerno, y todos gritaban: «¡Una espada por elSeñory también por Gedeón!».

21 Cada hombre permaneció en su puesto alrededor del campamento, y observaron cómo los madianitas corrían de un lado a otro, llenos de pánico y gritando mientras se daban a la fuga.

22 Cuando los trescientos israelitas tocaron los cuernos de carnero, elSeñorhizo que los guerreros del campamento pelearan entre sí con sus espadas. Los que quedaron con vida huyeron a lugares tan lejanos como Bet-sita, cerca de Zerera, y hasta la frontera de Abel-mehola, cerca de Tabat.

23 Entonces Gedeón mandó a buscar a los guerreros de Neftalí, de Aser y de Manasés, quienes se unieron para dar caza al ejército de Madián.

24 Gedeón también envió mensajeros por toda la zona montañosa de Efraín que decían: «Desciendan para atacar a los madianitas. Frénenlos antes de que lleguen a los vados del río Jordán en Bet-bara».

Así que los hombres de Efraín hicieron lo que se les dijo.

25 Capturaron a Oreb y a Zeeb, los dos comandantes de los madianitas, y mataron a Oreb en la roca de Oreb, y a Zeeb en el lagar de Zeeb; y no dejaron de perseguir a los madianitas. Después los israelitas le llevaron las cabezas de Oreb y Zeeb a Gedeón, quien estaba junto al río Jordán.

Jueces 8

Gedeón mata a Zeba y a Zalmuna

1 Entonces la gente de Efraín le preguntó a Gedeón:

—¿Por qué nos has tratado así? ¿Por qué no nos llamaste desde el principio cuando saliste a pelear con los madianitas?

Y tuvieron una fuerte discusión con Gedeón.

2 Pero Gedeón les contestó:

—¿Qué he logrado yo comparado con lo que han hecho ustedes? ¿Acaso los racimos olvidados de la cosecha de Efraín no son mucho mejores que todos los cultivos de mi pequeño clan de Abiezer?

3 Dios les dio a ustedes la victoria sobre Oreb y Zeeb, los comandantes del ejército madianita. ¿Qué he logrado yo en comparación con eso?

Cuando los hombres de Efraín oyeron la respuesta de Gedeón, se calmó su enojo.

4 Luego Gedeón cruzó el río Jordán con sus trescientos hombres y, aunque estaban agotados, continuaron persiguiendo al enemigo.

5 Cuando llegaron a Sucot, Gedeón les pidió a los líderes de la ciudad:

—Por favor, denles algo de comer a mis guerreros. Están muy cansados. Estoy persiguiendo a Zeba y a Zalmuna, los reyes de Madián.

6 Pero los líderes de Sucot le respondieron:

—Primero captura a Zeba y a Zalmuna, y después alimentaremos a tu ejército.

7 Entonces Gedeón les dijo:

—Cuando elSeñorme dé la victoria sobre Zeba y Zalmuna, volveré y les desgarraré la carne con espinos y zarzas del desierto.

8 Desde allí Gedeón subió a Peniely una vez más pidió alimentos, pero obtuvo la misma respuesta.

9 Así que le dijo a la gente de Peniel: «Cuando vuelva victorioso, derribaré esta torre».

10 Para entonces, Zeba y Zalmuna se encontraban en Carcor con unos quince mil guerreros, que era todo lo que quedaba de los ejércitos aliados del oriente, porque ya habían matado a ciento veinte mil.

11 Entonces Gedeón rodeó por la ruta de las caravanas que está al oriente de Noba y Jogbeha, y tomó al ejército madianita por sorpresa.

12 Así que Zeba y Zalmuna, los dos reyes madianitas, huyeron, pero Gedeón los persiguió y capturó a todos sus guerreros.

13 Después, Gedeón regresó de la batalla por el paso de Heres.

14 Allí capturó a un joven de Sucot y le exigió que pusiera por escrito los nombres de los setenta y siete líderes y ancianos de la ciudad.

15 Luego regresó a Sucot y les dijo a los líderes: «Aquí están Zeba y Zalmuna. Cuando pasamos por aquí antes, ustedes se burlaron de mí diciendo: “Primero captura a Zeba y a Zalmuna, y después alimentaremos a tu agotado ejército”».

16 Entonces Gedeón tomó a los ancianos de la ciudad y los castigó con espinas y zarzas del desierto para darles una lección.

17 También derribó la torre de Peniel y mató a todos los hombres de la ciudad.

18 Después les preguntó a Zeba y a Zalmuna:

—Los hombres que ustedes mataron en Tabor, ¿cómo eran?

—Se parecían a ti —le contestaron—, todos tenían el aspecto de un hijo de rey.

19 —¡Eran mis hermanos, los hijos de mi propia madre! —exclamó Gedeón—. Tan cierto como que elSeñorvive, les aseguro que no los mataría si ustedes no los hubieran matado a ellos.

20 Volviéndose a Jeter, su hijo mayor, le dijo:

—¡Mátalos!

Pero Jeter no sacó la espada, porque era apenas un muchacho y tenía miedo.

21 Entonces Zeba y Zalmuna le dijeron a Gedeón:

—¡Sé hombre! ¡Mátanos tú mismo!

Entonces Gedeón los mató a los dos y tomó los adornos reales que sus camellos llevaban en el cuello.

El efod sagrado de Gedeón

22 Entonces los israelitas dijeron a Gedeón:

—¡Gobiérnanos! Tú y tu hijo y tu nieto serán nuestros gobernantes, porque nos has rescatado de Madián.

23 Pero Gedeón respondió:

—Yo no los gobernaré ni tampoco mi hijo. ¡ElSeñorlos gobernará!

24 Sin embargo, tengo una petición que hacerles: que cada uno de ustedes me dé un arete del botín que recogieron de sus enemigos caídos.

(Como los enemigos eran ismaelitas, todos usaban aretes de oro).

25 —¡Con todo gusto! —le contestaron.

Así que extendieron un manto, y cada uno de ellos echó un arete de oro que había recogido del botín.

26 Todos los aretes de oro pesaron unos diecinueve kilos,sin contar los ornamentos reales ni los pendientes ni la ropa de púrpura usada por los reyes de Madián, ni las cadenas que sus camellos llevaban en el cuello.

27 Entonces Gedeón hizo un efod sagrado con el oro y lo puso en Ofra, su pueblo natal. Pero pronto todos los israelitas se prostituyeron al rendir culto a ese efod, el cual se convirtió en una trampa para Gedeón y su familia.

28 Esa es la historia de cómo el pueblo de Israel derrotó a Madián, y este nunca se recuperó. Y hubo paz en la tierra durante el resto de la vida de Gedeón, unos cuarenta años más.

29 Luego Gedeón,hijo de Joás, volvió a su casa.

30 Le nacieron setenta hijos varones, porque tuvo muchas esposas.

31 Además tuvo una concubina en Siquem que le dio un hijo, a quien él llamó Abimelec.

32 Gedeón murió muy anciano, y fue enterrado en la tumba de su padre Joás, en Ofra, en la tierra del clan de Abiezer.

33 En cuanto murió Gedeón, los israelitas se prostituyeron al rendir culto a las imágenes de Baal y al hacer a Baal-berit su dios.

34 Se olvidaron delSeñorsu Dios, quien los había rescatado de todos los enemigos que los rodeaban.

35 Tampoco mostraron lealtad alguna con la familia de Jerobaal (es decir, Gedeón), a pesar de todo el bien que él había hecho por Israel.

Jueces 9

Abimelec gobierna sobre Siquem

1 Un día Abimelec, hijo de Gedeón,fue a Siquem para visitar a sus tíos, los hermanos de su madre. Les dijo a ellos y al resto de su familia materna:

2 «Pregúntenles a los ciudadanos prominentes de Siquem si prefieren ser gobernados por los setenta hijos de Gedeón o por un solo hombre. ¡Y recuerden que soy de la misma sangre que ustedes!».

3 Entonces los tíos de Abimelec transmitieron ese mensaje a los ciudadanos de Siquem. Y después de escuchar la propuesta, el pueblo de Siquem decidió por Abimelec, porque era pariente de ellos.

4 Le dieron setenta monedas de plata del templo de Baal-berit, las cuales él usó para contratar a unos hombres alborotadores e imprudentes que aceptaron seguirlo.

5 Fue a la casa de su padre en Ofra y allí, sobre una misma piedra, mató a sus setenta medios hermanos, los hijos de Gedeón. Pero Jotam, el hermano menor, escapó y se escondió.

6 Entonces todos los ciudadanos prominentes de Siquem y de Bet-milo convocaron una reunión bajo el roble que está junto a la columnade Siquem y proclamaron rey a Abimelec.

Parábola de Jotam

7 Cuando Jotam se enteró, subió a la cima del monte Gerizim y gritó:

«¡Escúchenme, ciudadanos de Siquem!

¡Escúchenme a mí si quieren que Dios los escuche a ustedes!

8 Cierta vez los árboles decidieron elegir un rey.

Primero le dijeron al olivo:

“¡Reina sobre nosotros!”.

9 Pero el olivo se negó diciendo:

“¿Dejaría yo de producir el aceite de oliva

que bendice a Dios y a la gente,

solo para mecerme por encima de los árboles?”.

10 »Entonces le dijeron a la higuera:

“¡Reina sobre nosotros!”.

11 Pero la higuera también se negó diciendo:

“¿Dejaría yo de producir mi dulce fruto,

solo para mecerme por encima de los árboles?”.

12 »Entonces le dijeron a la vid:

“¡Reina sobre nosotros!”.

13 Pero la vid también se negó diciendo:

“¿Dejaría yo de producir el vino

que alegra a Dios y a la gente,

solo para mecerme por encima de los árboles?”.

14 »Finalmente todos los árboles le dijeron al espino:

“¡Reina sobre nosotros!”.

15 Y el espino les respondió a los árboles:

“Si realmente quieren que yo sea su rey,

vengan a refugiarse bajo mi sombra.

Si no, que salga fuego de mí

y consuma los cedros del Líbano”».

16 Jotam continuó: «Ahora asegúrense de haber actuado honorablemente y de buena fe al elegir como rey a Abimelec, y de haberse portado bien con Gedeón y todos sus descendientes. ¿Lo trataron con la honra que se merece por todo lo que realizó?

17 Pues él luchó por ustedes y arriesgó su vida cuando los rescató de los madianitas.

18 Pero hoy ustedes se rebelaron contra mi padre y sus descendientes al matar a sus setenta hijos sobre una misma piedra. Y escogieron a Abimelec, hijo de su esclava, para que sea rey de ustedes, solo porque es su pariente.

19 »Si hoy han actuado honorablemente y de buena fe hacia Gedeón y sus descendientes, entonces que tengan alegría con Abimelec y que él tenga alegría con ustedes.

20 Pero si no han actuado de buena fe, ¡que salga fuego de Abimelec y consuma a los ciudadanos prominentes de Siquem y de Bet-milo, y que salga fuego de los ciudadanos de Siquem y de Bet-milo y consuma a Abimelec!».

21 Entonces Jotam huyó y se fue a vivir a Beer, porque le tenía miedo a su hermano Abimelec.

Siquem se rebela contra Abimelec

22 Tres años después de que Abimelec comenzó a gobernar a Israel,

23 Dios envió un espíritu que generó conflictos entre Abimelec y los ciudadanos prominentes de Siquem, quienes finalmente se rebelaron.

24 Dios estaba castigando a Abimelec por haber asesinado a los setenta hijos de Gedeón, y a los ciudadanos de Siquem por apoyarlo en esa traición de asesinar a sus hermanos.

25 Los ciudadanos de Siquem le tendieron una emboscada a Abimelec en las cumbres de las colinas y robaban a todo el que pasara por allí. Pero alguien alertó a Abimelec acerca de la conspiración.

26 Un día Gaal, hijo de Ebed, se mudó a Siquem con sus hermanos y se ganó la confianza de los ciudadanos prominentes de Siquem.

27 Durante el festival anual de la cosecha en Siquem, celebrado en el templo del dios local, hubo vino en abundancia, y todos comenzaron a maldecir a Abimelec.

28 «¿Quién es ese Abimelec? —gritó Gaal—. No es un hijo legítimo de Siquem.Entonces, ¿por qué debemos ser sus siervos? Él no es más que un hijo de Gedeón, y ese Zebul solo es su ayudante. Sirvan a los verdaderos hijos de Hamor, el fundador de Siquem. ¿Por qué tenemos que servir a Abimelec?

29 Si yo fuera el encargado aquí, me desharía de Abimelec. Le diría:“¡Búscate unos soldados y sal a pelear!”».

30 Pero cuando Zebul, el jefe de la ciudad, oyó lo que Gaal decía, se puso furioso.

31 Le envió mensajeros a Abimelec, quien estaba en Aruma,para decirle: «Gaal, hijo de Ebed, y sus hermanos se han mudado a Siquem, y ahora están incitando a la ciudad a rebelarse contra ti.

32 Ven con un ejército esta noche y escóndete en los campos.

33 Por la mañana, a la salida del sol, ataca la ciudad. Cuando Gaal y los que lo acompañan salgan contra ti, podrás hacer con ellos lo que quieras».

34 Entonces Abimelec y todos sus hombres fueron de noche, se dividieron en cuatro grupos y se posicionaron alrededor de Siquem.

35 Gaal estaba parado junto a las puertas de la ciudad cuando Abimelec y su ejército salieron de su escondite.

36 Al verlos, Gaal le dijo a Zebul:

—¡Mira, hay gente bajando de las cumbres!

—Parecen hombres pero son nada más sombras reflejadas en las colinas —contestó Zebul.

37 Pero Gaal insistió:

—¡No! Hay gente bajando de las colinas.Y otro grupo viene por el camino que pasa por el Roble de los Adivinos.

38 Entonces Zebul se volvió contra él y preguntó:

—¿Y qué pasó con esa boca grande tuya que presume tanto? Acaso no fuiste tú el que dijo: “¿Quién es ese Abimelec y por qué debemos ser sus siervos?”. ¡Te burlaste de esos hombres, y ahora están en las afueras de la ciudad! ¡Sal a pelear contra ellos!

39 Entonces Gaal marchó al frente de los ciudadanos prominentes de Siquem a la batalla contra Abimelec.

40 Pero Abimelec lo persiguió, y muchos de los hombres de Siquem cayeron heridos por el camino cuando se retiraban hacia la entrada de la ciudad.

41 Entonces Abimelec regresó a Aruma, y Zebul expulsó de Siquem a Gaal y a sus hermanos.

42 Al día siguiente, la gente de Siquem salió a los campos para pelear. Cuando Abimelec se enteró,

43 dividió a sus hombres en tres grupos y tendió una emboscada en los campos. Cuando vio que algunos hombres salían de la ciudad, él y su grupo saltaron de su escondite y los atacaron.

44 Abimelec y sus hombres tomaron por asalto la puerta de la ciudad para impedir que los de Siquem volvieran a entrar, mientras los otros dos grupos de Abimelec mataban a la gente en los campos.

45 La batalla duró todo el día, hasta que finalmente Abimelec tomó la ciudad. Entonces mató a los habitantes, redujo la ciudad a escombros y esparció sal por todo el suelo.

46 Cuando los ciudadanos prominentes que vivían en la torre de Siquem se enteraron de lo sucedido, corrieron a esconderse en el templo de Baal-berit.

47 Alguien le informó a Abimelec que los ciudadanos se habían juntado en el templo,

48 entonces él llevó a sus tropas al monte Salmón. Tomó un hacha, cortó ramas de un árbol y se las puso al hombro. «¡Rápido, hagan lo mismo que hice yo!», dijo a sus hombres.

49 Entonces, siguiendo el ejemplo de Abimelec, cada uno de ellos cortó ramas. Amontonaron las ramas contra las paredes del templo y les prendieron fuego. Así murieron todos los que vivían en la torre de Siquem, unas mil personas, tanto hombres como mujeres.

50 Luego Abimelec atacó la ciudad de Tebes y la tomó.

51 Pero había una torre fuerte dentro de la ciudad, y todos los habitantes, hombres y mujeres, corrieron a refugiarse allí. Se atrincheraron en su interior y subieron al techo de la torre.

52 Entonces Abimelec los siguió para atacar la torre; pero cuando se preparaba para prenderle fuego a la entrada,

53 desde el techo, una mujer tiró una piedra de molino, que cayó sobre la cabeza de Abimelec, y le partió el cráneo.

54 Enseguida él le dijo a su joven escudero: «¡Saca tu espada y mátame! ¡Que no se diga que una mujer mató a Abimelec!». Así que el joven lo atravesó con su espada, y él murió.

55 Cuando los hombres de Abimelec lo vieron muerto, se desbandaron y regresaron a sus casas.

56 De esa forma, Dios castigó a Abimelec por el mal que había hecho contra su padre al matar a sus setenta hermanos.

57 Dios también castigó a los hombres de Siquem por toda su maldad. Así se cumplió la maldición de Jotam, hijo de Gedeón.

Jueces 10

Tola, juez de Israel

1 Después de la muerte de Abimelec, la siguiente persona que rescató a Israel fue Tola, hijo de Púa, hijo de Dodo. Era de la tribu de Isacar pero vivía en la ciudad de Samir, en la zona montañosa de Efraín.

2 Fue juez de Israel durante veintitrés años. Cuando murió, lo enterraron en Samir.

Jair, juez de Israel

3 Después de la muerte de Tola, Jair, de Galaad, fue juez de Israel durante veintidós años.

4 Sus treinta hijos cabalgaban sobre treinta burros y eran dueños de treinta ciudades en la tierra de Galaad, que aún se llaman las Ciudades de Jair.

5 Cuando murió Jair, lo enterraron en Camón.

Los amonitas oprimen a Israel

6 Una vez más, los israelitas hicieron lo malo a los ojos delSeñor. Sirvieron a las imágenes de Baal y de Astoret, y a los dioses de Aram, de Sidón, de Moab, de Amón y de Filistea. Abandonaron alSeñory dejaron de servirle por completo.

7 Entonces elSeñorardió de enojo contra los israelitas y los entregó en manos de los filisteos y los amonitas,

8 quienes comenzaron a oprimirlos ese mismo año. Durante dieciocho años oprimieron a los israelitas que vivían al oriente del río Jordán, en la tierra de los amorreos (es decir, Galaad).

9 Los amonitas también cruzaron al lado occidental del Jordán y atacaron a Judá, a Benjamín y a Efraín.

Los israelitas estaban muy angustiados.

10 Finalmente clamaron alSeñorpor ayuda y dijeron:

—Hemos pecado contra ti, porque te hemos abandonado como nuestro Dios para servir a las imágenes de Baal.

11 ElSeñorrespondió:

—¿Acaso no los rescaté yo de los egipcios, los amorreos, los amonitas, los filisteos,

12 los sidonios, los amalecitas y los maonitas? Cuando ellos los oprimían, ustedes clamaban a mí por ayuda, y yo los rescataba.

13 Sin embargo, ustedes me abandonaron y sirvieron a otros dioses. Así que ya no los rescataré más.

14 ¡Vayan a clamar a los dioses que han escogido! ¡Que los rescaten ellos de este momento de angustia!

15 Pero los israelitas rogaron alSeñordiciendo:

—Hemos pecado. Castíganos como bien te parezca, pero rescátanos hoy de nuestros enemigos.

16 Entonces los israelitas dejaron los dioses ajenos para servir alSeñor, y él se entristeció a causa del sufrimiento que experimentaban.

17 En esa ocasión, los ejércitos de Amón se habían juntado para la guerra y acampaban en Galaad, y el pueblo de Israel se congregó y acampó en Mizpa.

18 Los líderes de Galaad se dijeron unos a otros: «El primero que ataque a los amonitas será proclamado gobernante de todo el pueblo de Galaad».

Jueces 11

Jefté, juez de Israel

1 Jefté era un gran guerrero de la región de Galaad. Era hijo de Galaad, pero su madre era una prostituta.

2 La esposa de Galaad tuvo varios hijos, y cuando esos medios hermanos de Jefté crecieron, lo echaron del territorio. «Tú no recibirás ninguna parte de la herencia de nuestro padre —le dijeron—, porque eres hijo de una prostituta».

3 Así que Jefté huyó de sus hermanos y vivió en la tierra de Tob. En poco tiempo, tuvo una banda de rebeldes despreciables que lo seguían.

4 Por ese entonces, los amonitas comenzaron a hacer guerra contra Israel.

5 Así que cuando los amonitas atacaron, los ancianos de Galaad mandaron a buscar a Jefté a la tierra de Tob

6 y le dijeron:

—¡Ven y sé nuestro comandante! ¡Ayúdanos a pelear contra los amonitas!

7 Pero Jefté les respondió:

—¿Acaso no son ustedes los mismos que me odiaban y me echaron de la casa de mi padre? ¿Por qué vienen a buscarme ahora que están en apuros?

8 —Porque te necesitamos —contestaron los ancianos—. Si marchas al frente de nosotros a la batalla contra los amonitas, te proclamaremos gobernante de todo el pueblo de Galaad.

9 Jefté les dijo a los ancianos:

—A ver si entiendo bien: si voy con ustedes y elSeñorme da la victoria sobre los amonitas, ¿de veras me harán gobernante de todo el pueblo?

10 —ElSeñores nuestro testigo —contestaron los ancianos—. Prometemos hacer todo lo que tú digas.

11 Entonces Jefté fue con los ancianos de Galaad, y el pueblo lo proclamó gobernante y comandante del ejército. En Mizpa, en presencia delSeñor, Jefté repitió lo que les había dicho a los ancianos.

12 Luego Jefté envió mensajeros al rey de Amón, para preguntarle:

—¿Por qué has salido a pelear contra mi tierra?

13 El rey de Amón contestó a los mensajeros de Jefté:

—Cuando los israelitas salieron de Egipto, me robaron la tierra desde el río Arnón hasta el río Jaboc, y desde allí hasta el Jordán. Así que ahora, devuélvanme mi tierra pacíficamente.

14 En respuesta, Jefté le envió al rey amonita el siguiente mensaje:

15 «Esto es lo que dice Jefté: Israel no robó ninguna tierra ni a Moab ni a Amón.

16 Cuando los israelitas llegaron a Cades, en su viaje desde Egipto, después de cruzar el mar Rojo,

17 enviaron mensajeros al rey de Edom para pedirle que les permitiera pasar por su tierra. Pero su petición fue denegada. Entonces le pidieron lo mismo al rey de Moab, pero él tampoco los dejó pasar por su tierra. Por eso el pueblo de Israel se quedó en Cades.

18 »Finalmente, se fueron rodeando por el desierto los territorios de Edom y Moab. Viajaron a lo largo de la frontera oriental de Moab y acamparon al otro lado del río Arnón. Pero ni una sola vez cruzaron el río Arnón para entrar en Moab, porque el Arnón era la frontera de Moab.

19 »Después Israel envió mensajeros al rey Sehón, de los amorreos, quien reinaba desde Hesbón, a fin de pedirle permiso para atravesar su territorio y llegar a su destino.

20 Pero el rey Sehón no confiaba lo suficiente en Israel para dejarlo pasar por su tierra. En cambio, movilizó a su ejército en Jahaza y atacó a los israelitas.

21 Pero elSeñor, Dios de Israel, le dio a su pueblo la victoria sobre el rey Sehón. Entonces Israel se apoderó de la tierra de los amorreos, quienes vivían en aquella región,

22 desde el río Arnón hasta el río Jaboc, y desde el desierto oriental hasta el Jordán.

23 »Así que, como ves, fue elSeñor, Dios de Israel, quien les quitó la tierra a los amorreos y se la dio a Israel. Entonces, ¿por qué tendríamos que devolvértela a ti?

24 Tú quédate con todo lo que te dé tu dios Quemos, y nosotros nos quedaremos con todo lo que nos dé elSeñornuestro Dios.

25 ¿Acaso eres tú mejor que Balac, hijo de Zipor, rey de Moab? ¿Intentó él presentar argumentos contra Israel por territorios en conflicto? ¿Entró en guerra con los israelitas?

26 »Hace trescientos años que Israel vive aquí, tanto en Hesbón como en los asentamientos de alrededor, hasta Aroer y sus asentamientos, y en todas las ciudades a lo largo del río Arnón. ¿Por qué no has hecho ningún esfuerzo hasta ahora para recuperar la tierra?

27 Por lo tanto, yo no pequé contra ti. Más bien, tú me hiciste daño al atacarme. Que elSeñor, quien es juez, decida hoy quién de nosotros tiene la razón: si Amón o Israel».

28 Pero el rey de Amón no hizo caso al mensaje de Jefté.

El voto de Jefté

29 En esa ocasión, el Espíritu delSeñorvino sobre Jefté, y él recorrió toda la tierra de Galaad y de Manasés, incluida Mizpa en Galaad y, desde allí, lideró al ejército contra los amonitas.

30 Y Jefté hizo un voto alSeñor: «Si me das la victoria sobre los amonitas,

31 yo entregaré alSeñoral primero que salga de mi casa para recibirme cuando regrese triunfante. Lo sacrificaré como ofrenda quemada».

32 Así que Jefté dirigió al ejército contra los amonitas, y elSeñorle dio la victoria.

33 Aplastó a los amonitas, devastó unas veinte ciudades desde Aroer hasta una zona cerca de Minit, y desde allí hasta Abel-keramim. De esa forma, Israel derrotó a los amonitas.

34 Cuando Jefté volvió a su casa en Mizpa, su hija salió a recibirlo tocando una pandereta y danzando de alegría. Ella era su hija única, ya que él no tenía más hijos ni hijas.

35 Cuando la vio, se rasgó la ropa en señal de angustia.

—¡Hija mía! —clamó—. ¡Me has destruido por completo! ¡Me has traído una gran calamidad! Pues hice un voto alSeñory no puedo dejar de cumplirlo.

36 Y ella le dijo:

—Padre, si hiciste un voto alSeñor, debes hacer conmigo lo que prometiste, porque elSeñorte ha dado una gran victoria sobre tus enemigos, los amonitas.

37 Pero antes, permíteme hacer una sola cosa: déjame subir a deambular por las colinas y a llorar con mis amigas durante dos meses, porque moriré virgen.

38 —Puedes ir —le dijo Jefté.

Y la dejó salir por el término de dos meses. Ella y sus amigas subieron a las colinas y lloraron porque ella nunca tendría hijos.

39 Cuando volvió a su casa, su padre cumplió el voto que había hecho, y ella murió virgen.

Así que se hizo costumbre en Israel

40 que las jóvenes israelitas se ausentaran cuatro días cada año para lamentar la desgracia de la hija de Jefté.

Jueces 12

Efraín lucha con Jefté

1 Luego los hombres de Efraín movilizaron a un ejército y cruzaron el río Jordán hasta Zafón. Entonces enviaron el siguiente mensaje a Jefté:

—¿Por qué no nos llamaste para que te ayudáramos a luchar contra los amonitas? ¡Quemaremos tu casa contigo adentro!

2 Jefté respondió:

—¡Yo los convoqué cuando comenzó el conflicto, pero ustedes se negaron a venir! No quisieron ayudarnos a luchar contra Amón.

3 De modo que, al ver que no vendrían, arriesgué mi vida y salí a combatir sin ustedes, y elSeñorme dio la victoria sobre los amonitas. Así que, ¿por qué vienen ahora a pelear conmigo?

4 La gente de Efraín contestó:

—Ustedes, los de Galaad, no son más que fugitivos de Efraín y de Manasés.

Entonces Jefté reunió a todos los hombres de Galaad, atacó a los hombres de Efraín y los derrotó.

5 Jefté tomó control de los vados del río Jordán y cada vez que un fugitivo de Efraín trataba de cruzar para volver a su tierra, los hombres de Galaad lo desafiaban preguntándole: «¿Eres miembro de la tribu de Efraín?». Si decía el hombre: «No, no lo soy»,

6 ellos le pedían que pronunciara la palabra «shibolet». Si era de Efraín, diría «sibolet», porque a la gente de Efraín le cuesta pronunciar bien esa palabra. Entonces se lo llevaban y lo mataban en los vados del Jordán. En total mataron a cuarenta y dos mil de la tribu de Efraín en esos días.

7 Jefté fue juez de Israel durante seis años. Cuando murió, lo enterraron en una de las ciudades de Galaad.

Ibzán, juez de Israel

8 Después de la muerte de Jefté, Ibzán, de Belén, fue juez de Israel.

9 Tuvo treinta hijos y treinta hijas. Envió a sus hijas a casarse con hombres que no pertenecían a su clan, y trajo treinta mujeres jóvenes que tampoco eran de su clan para que se casaran con sus hijos. Ibzán fue juez de Israel durante siete años.

10 Cuando murió, lo enterraron en Belén.

Elón, juez de Israel

11 Después de la muerte de Ibzán, Elón, de la tribu de Zabulón, fue juez de Israel durante diez años.

12 Cuando murió, lo enterraron en Ajalón, en la tierra de Zabulón.

Abdón, juez de Israel

13 Después de la muerte de Elón, fue juez de Israel Abdón, hijo de Hilel, de Piratón.

14 Tuvo cuarenta hijos varones y treinta nietos varones, quienes cabalgaban sobre setenta burros. Fue juez en Israel por ocho años.

15 Cuando murió, lo enterraron en Piratón, en Efraín, en la zona montañosa de los amalecitas.

Jueces 13

Nacimiento de Sansón

1 Una vez más, los israelitas hicieron lo malo a los ojos delSeñor, así que elSeñorlos entregó en manos de los filisteos, quienes los oprimieron durante cuarenta años.

2 En esos días, vivía en la ciudad de Zora un hombre llamado Manoa, de la tribu de Dan. Su esposa no podía quedar embarazada, y no tenían hijos.

3 Entonces el ángel delSeñorse le apareció a la esposa de Manoa y le dijo: «Aunque no has podido tener hijos, pronto quedarás embarazada y darás a luz un hijo varón.

4 Así que ten cuidado; no debes beber vino ni ninguna otra bebida alcohólica ni comer ninguno de los alimentos prohibidos.

5 Quedarás embarazada y darás a luz un hijo, a quien jamás se le debe cortar el cabello. Pues él será consagrado a Dios como nazareo desde su nacimiento. Él comenzará a rescatar a Israel de manos de los filisteos».

6 La mujer corrió a decirle a su esposo: «¡Se me apareció un hombre de Dios! Tenía el aspecto de uno de los ángeles de Dios, daba miedo verlo. No le pregunté de dónde era, y no me dijo su nombre.

7 Pero me dijo: “Quedarás embarazada y darás a luz un hijo. No debes beber vino ni ninguna otra bebida alcohólica, ni comer ninguno de los alimentos prohibidos. Pues tu hijo será consagrado a Dios como nazareo desde el día de su nacimiento hasta el día de su muerte”».

8 Entonces Manoa oró alSeñordiciendo: «Señor, te pido que el hombre de Dios vuelva a nosotros y nos dé más instrucciones acerca del hijo que nacerá».

9 Dios respondió a la oración de Manoa, y el ángel de Dios se le apareció otra vez a la esposa mientras estaba sentada en el campo; pero Manoa, su esposo, no estaba con ella.

10 Así que, enseguida ella fue corriendo a contarle a su esposo: «¡El hombre que se me apareció el otro día está aquí de nuevo!».

11 Manoa regresó corriendo con su esposa y preguntó:

—¿Eres el hombre que le habló a mi esposa el otro día?

—Sí —contestó él—, soy yo.

12 Entonces Manoa le preguntó:

—Cuando tus palabras se hagan realidad, ¿qué reglas deben gobernar la vida y el trabajo del muchacho?

13 El ángel delSeñorle contestó:

—Asegúrate de que tu esposa siga las instrucciones que le di.

14 No debe comer uvas ni pasas ni beber vino u otra bebida alcohólica, ni comer ningún alimento prohibido.

15 Entonces Manoa le dijo al ángel delSeñor:

—Por favor, quédate aquí hasta que preparemos un cabrito para que comas.

16 —Me quedaré —le contestó el ángel delSeñor—, pero no comeré nada. En cambio, puedes preparar una ofrenda quemada como sacrificio alSeñor.

(Manoa no se daba cuenta de que era el ángel delSeñor).

17 Entonces Manoa le preguntó al ángel delSeñor:

—¿Cómo te llamas? Pues queremos honrarte cuando todo esto se haga realidad.

18 —¿Para qué preguntas mi nombre? —contestó el ángel delSeñor—. Es demasiado maravilloso para que tú lo comprendas.

19 Después Manoa tomó un cabrito y una ofrenda de grano, y ofreció todo sobre una piedra como sacrificio alSeñor. Y mientras Manoa y su esposa observaban, elSeñorhizo algo asombroso:

20 cuando las llamas del altar se elevaron hacia el cielo, el ángel delSeñorascendió en medio del fuego. Al verlo, Manoa y su esposa se postraron rostro en tierra.

21 El ángel no volvió a aparecerse a Manoa y a su esposa. Entonces Manoa finalmente se dio cuenta de que era el ángel delSeñor,

22 y le dijo a su esposa:

—¡Seguramente moriremos, porque hemos visto a Dios!

23 Pero su esposa dijo:

—Si elSeñorhubiera querido matarnos, no habría aceptado nuestra ofrenda quemada ni nuestra ofrenda de grano. No se nos hubiera aparecido, ni habría dicho algo tan maravilloso, ni hecho estos milagros.

24 Así que cuando nació su hijo, ella lo llamó Sansón. Y elSeñorlo bendijo, y el niño creció.

25 Y el Espíritu delSeñorcomenzó a manifestarse en él mientras se encontraba viviendo en Mahne-dan, entre las ciudades de Zora y Estaol.