Génesis 42

Los hermanos de José van a Egipto

1 Cuando Jacob oyó que había grano en Egipto, les dijo a sus hijos: «¿Por qué están ahí sin hacer nada, mirándose uno a otro?

2 He oído que hay grano en Egipto. Desciendan a Egipto y compren suficiente grano para que sigamos con vida. De no ser así, moriremos».

3 Entonces los diez hermanos mayores de José descendieron a Egipto a comprar grano;

4 pero Jacob no dejó que el hermano menor de José, Benjamín, fuera con ellos, por temor a que pudiera sufrir algún daño.

5 Así que los hijos de Jacobllegaron a Egipto junto con otras personas para comprar alimento, porque el hambre también había llegado a Canaán.

6 Como José era gobernador de Egipto y estaba encargado de vender el grano a todas las personas, sus hermanos tuvieron que acudir a él. Cuando llegaron, se inclinaron delante de él, con el rostro en tierra.

7 José reconoció a sus hermanos enseguida, pero fingió no conocerlos y les habló con dureza.

—Ustedes, ¿de dónde vienen? —les preguntó.

—De la tierra de Canaán —contestaron—. Venimos a comprar alimento.

8 Aunque José reconoció a sus hermanos, ellos no lo reconocieron a él.

9 Entonces recordó los sueños que había tenido acerca de ellos hacía muchos años atrás, y les dijo:

—¡Ustedes son espías! Han venido para ver lo vulnerable que se ha hecho nuestra tierra.

10 —¡No, mi señor! —exclamaron—. Sus siervos han venido simplemente a comprar alimento.

11 Todos nosotros somos hermanos, miembros de la misma familia. ¡Somos hombres honrados, señor! ¡No somos espías!

12 —¡Sí, lo son! —insistió José—. Han venido para ver lo vulnerable que se ha hecho nuestra tierra.

13 —Señor —dijeron ellos—, en realidad somos doce en total. Nosotros, sus siervos, somos todos hermanos, hijos de un hombre que vive en la tierra de Canaán. Nuestro hermano menor quedó con nuestro padre, y uno de nuestros hermanos ya no está con nosotros.

14 Pero José insistió:

—Como dije, ¡ustedes son espías!

15 Voy a comprobar su historia de la siguiente manera: ¡Juro por la vida del faraón que ustedes nunca se irán de Egipto a menos que su hermano menor venga hasta aquí!

16 Uno de ustedes irá a traer a su hermano. Los demás se quedarán aquí, en la cárcel. Así sabremos si su historia es cierta o no. Por la vida del faraón, si resulta que ustedes no tienen un hermano menor, entonces confirmaré que son espías.

17 Entonces José los metió en la cárcel por tres días.

18 Al tercer día, José les dijo:

—Yo soy un hombre temeroso de Dios. Si hacen lo que les digo, vivirán.

19 Si de verdad son hombres honrados, escojan a uno de sus hermanos para que se quede en la cárcel. Los demás podrán regresar a casa con el grano para sus familias que mueren de hambre.

20 Pero deben traerme a su hermano menor. Eso demostrará que dicen la verdad, y no morirán.

Ellos estuvieron de acuerdo.

21 Y hablando entre ellos, dijeron: «Es obvio que estamos pagando por lo que le hicimos hace tiempo a José. Vimos su angustia cuando rogaba por su vida, pero no quisimos escucharlo. Por eso ahora tenemos este problema».

22 «¿No les dije yo que no pecaran contra el muchacho? —preguntó Rubén—. Pero ustedes no me hicieron caso, ¡y ahora tenemos que responder por su sangre!».

23 Obviamente ellos no sabían que José entendía lo que decían, pues él les hablaba mediante un intérprete.

24 Entonces José se apartó de ellos y comenzó a llorar. Cuando recuperó la compostura, volvió a hablarles. Entonces escogió a Simeón e hizo que lo ataran a la vista de los demás hermanos.

25 Después José ordenó a sus siervos que llenaran de grano los costales de los hombres, pero también les dio instrucciones secretas de que devolvieran el dinero del pago y lo pusieran en la parte superior del costal de cada uno de ellos. Además les dio provisiones para el viaje.

26 Así que los hermanos cargaron sus burros con el grano y emprendieron el regreso a casa.

27 Cuando se detuvieron a pasar la noche y uno de ellos abrió su costal a fin de sacar grano para su burro, encontró su dinero en la abertura del costal.

28 «¡Miren! —exclamó a sus hermanos—. Me devolvieron el dinero. ¡Aquí está en mi costal!». Entonces se les desplomó el corazón y, temblando, se decían unos a otros: «¿Qué nos ha hecho Dios?».

29 Cuando los hermanos llegaron a donde estaba su padre Jacob, en la tierra de Canaán, le contaron todo lo que les había sucedido.

30 «El hombre que gobierna la nación nos habló con mucha dureza —le dijeron—. Nos acusó de ser espías en su tierra,

31 pero nosotros le dijimos: “Somos hombres honrados, no espías.

32 Somos doce hermanos, hijos del mismo padre. Uno de nuestros hermanos ya no está con nosotros, y el menor está en casa con nuestro padre, en la tierra de Canaán”.

33 »Entonces el hombre que gobierna la nación nos dijo: “Comprobaré si ustedes son hombres honrados de la siguiente manera: dejen a uno de sus hermanos aquí conmigo, tomen grano para sus familias hambrientas y regresen a casa;

34 pero deben traerme a su hermano menor. Entonces sabré que ustedes son hombres honrados y no espías. Después les entregaré a su hermano, y podrán comerciar libremente en la tierra”».

35 Luego, al vaciar cada uno su costal, ¡encontraron las bolsas con el dinero que habían pagado por el grano! Los hermanos y su padre quedaron aterrados cuando vieron las bolsas con el dinero,

36 y Jacob exclamó:

—¡Ustedes me están robando a mis hijos! ¡José ya no está! ¡Simeón tampoco! Y ahora quieren llevarse también a Benjamín. ¡Todo está en mi contra!

37 Entonces Rubén dijo a su padre:

—Puedes matar a mis dos hijos si no te traigo de regreso a Benjamín. Yo me hago responsable de él y prometo traerlo a casa.

38 Pero Jacob le respondió:

—Mi hijo no irá con ustedes. Su hermano José está muerto, y él es todo lo que me queda. Si algo le ocurriera en el camino, ustedes mandarían a la tumbaa este hombre entristecido y canoso.

Génesis 43

Los hermanos regresan a Egipto

1 El hambre seguía azotando la tierra de Canaán.

2 Cuando el grano que habían traído de Egipto estaba por acabarse, Jacob dijo a sus hijos:

—Vuelvan y compren un poco más de alimento para nosotros.

3 Pero Judá dijo:

—El hombre hablaba en serio cuando nos advirtió: “No volverán a ver mi rostro a menos que su hermano venga con ustedes”.

4 Si envías a Benjamín con nosotros, descenderemos y compraremos más alimento,

5 pero si no dejas que Benjamín vaya, nosotros tampoco iremos. Recuerda que el hombre dijo: “No volverán a ver mi rostro a menos que su hermano venga con ustedes”.

6 —¿Por qué fueron ustedes tan crueles conmigo? —se lamentó Jacob—. ¿Por qué le dijeron que tenían otro hermano?

7 —El hombre no dejaba de hacernos preguntas sobre nuestra familia —respondieron ellos—. Nos preguntó: “¿Su padre todavía vive? ¿Tienen ustedes otro hermano?”. Y nosotros contestamos sus preguntas. ¿Cómo íbamos a saber que nos diría: “Traigan aquí a su hermano”?

8 Judá le dijo a su padre:

—Envía al muchacho conmigo, y nos iremos ahora mismo. De no ser así, todos moriremos de hambre, y no solamente nosotros, sino tú y nuestros hijos.

9 Yo garantizo personalmente su seguridad. Puedes hacerme responsable a mí si no te lo traigo de regreso. Entonces cargaré con la culpa para siempre.

10 Si no hubiéramos perdido todo este tiempo, ya habríamos ido y vuelto dos veces.

11 Entonces su padre Jacob finalmente les dijo:

—Si no queda otro remedio, entonces al menos hagan esto: carguen sus costales con los mejores productos de esta tierra —bálsamo, miel, resinas aromáticas, pistachos y almendras—; llévenselos al hombre como regalo.

12 Tomen también el doble del dinero que les devolvieron, ya que probablemente alguien se equivocó.

13 Después tomen a su hermano y regresen a ver al hombre.

14 Que el Dios Todopoderosoles muestre misericordia cuando estén delante del hombre, para que ponga a Simeón en libertad y permita que Benjamín regrese. Pero si tengo que perder a mis hijos, que así sea.

15 Así que los hombres cargaron los regalos de Jacob, tomaron el doble de dinero y emprendieron el viaje con Benjamín. Finalmente llegaron a Egipto y se presentaron ante José.

16 Cuando José vio a Benjamín con ellos, le dijo al administrador de su casa: «Esos hombres comerán conmigo hoy al mediodía. Llévalos dentro del palacio. Luego mata un animal y prepara un gran banquete».

17 El hombre hizo conforme a lo que José le dijo y los llevó al palacio de José.

18 Los hermanos estaban aterrados al ver que los llevaban a la casa de José, y decían: «Es por el dinero que alguien puso en nuestros costales la última vez que estuvimos aquí. Él piensa hacer como que nosotros lo robamos. Luego nos apresará, nos hará esclavos y se llevará nuestros burros».

Banquete en el palacio de José

19 Los hermanos se acercaron al administrador de la casa de José y hablaron con él en la entrada del palacio.

20 —Señor —le dijeron—, ya vinimos a Egipto una vez a comprar alimento;

21 pero cuando íbamos de regreso a nuestra casa, nos detuvimos a pasar la noche y abrimos nuestros costales. Entonces descubrimos que el dinero de cada uno de nosotros —la cantidad exacta que habíamos pagado— ¡estaba en la parte superior de cada costal! Aquí está, lo hemos traído con nosotros.

22 También trajimos más dinero para comprar más alimento. No tenemos idea de quién puso el dinero en nuestros costales.

23 —Tranquilos, no tengan miedo —les dijo el administrador—. El Dios de ustedes, el Dios de su padre, debe de haber puesto ese tesoro en sus costales. Me consta que recibí el pago que hicieron.

Después soltó a Simeón y lo llevó a donde estaban ellos.

24 Luego el administrador acompañó a los hombres hasta el palacio de José. Les dio agua para que se lavaran los pies y alimento para sus burros.

25 Ellos prepararon sus regalos para la llegada de José a mediodía, porque les dijeron que comerían allí.

26 Cuando José volvió a casa, le entregaron los regalos que le habían traído y luego se postraron hasta el suelo delante de él.

27 Después de saludarlos, él les preguntó:

—¿Cómo está su padre, el anciano del que me hablaron? ¿Todavía vive?

28 —Sí —contestaron—. Nuestro padre, siervo de usted, sigue con vida y está bien.

Y volvieron a postrarse.

29 Entonces José miró a su hermano Benjamín, hijo de su misma madre.

—¿Es este su hermano menor del que me hablaron? —preguntó José—. Que Dios te bendiga, hijo mío.

30 Entonces José se apresuró a salir de la habitación porque la emoción de ver a su hermano lo había vencido. Entró en su cuarto privado, donde perdió el control y se echó a llorar.

31 Después de lavarse la cara, volvió a salir, ya más controlado. Entonces ordenó: «Traigan la comida».

32 Los camareros sirvieron a José en su propia mesa, y sus hermanos fueron servidos en una mesa aparte. Los egipcios que comían con José se sentaron en su propia mesa, porque los egipcios desprecian a los hebreos y se niegan a comer con ellos.

33 José indicó a cada uno de sus hermanos dónde sentarse y, para sorpresa de ellos, los sentó según sus edades, desde el mayor hasta el menor.

34 También llenó sus platos con comida de su propia mesa, y le dio a Benjamín cinco veces más que a los demás. Entonces festejaron y bebieron libremente con José.

Génesis 44

La copa de plata de José

1 Cuando los hermanos estuvieron listos para marcharse, José dio las siguientes instrucciones al administrador del palacio: «Llena sus costales con todo el grano que puedan llevar y pon el dinero de cada uno nuevamente en su costal.

2 Luego pon mi copa personal de plata en la abertura del costal del menor de los hermanos, junto con el dinero de su grano». Y el administrador hizo tal como José le indicó.

3 Los hermanos se levantaron al amanecer y emprendieron el viaje con sus burros cargados.

4 Cuando habían recorrido solo una corta distancia y apenas habían llegado a las afueras de la ciudad, José le dijo al administrador del palacio: «Sal tras ellos y detenlos; y cuando los alcances, pregúntales: “¿Por qué han pagado mi bondad con semejante malicia?

5 ¿Por qué han robado la copa de platade mi amo, la que usa para predecir el futuro? ¡Qué maldad tan grande han cometido!”».

6 Cuando el administrador del palacio alcanzó a los hombres, les habló tal como José le había indicado.

7 —¿De qué habla usted? —respondieron los hermanos—. Nosotros somos sus siervos y nunca haríamos semejante cosa.

8 ¿Acaso no devolvimos el dinero que encontramos en nuestros costales? Lo trajimos de vuelta desde la tierra de Canaán. ¿Por qué robaríamos oro o plata de la casa de su amo?

9 Si usted encuentra la copa en poder de uno de nosotros, que muera el hombre que la tenga. Y el resto de nosotros, mi señor, seremos sus esclavos.

10 —Eso es justo —respondió el hombre—, pero solo el hombre que haya robado la copa será mi esclavo. Los demás quedarán libres.

11 Ellos bajaron rápidamente sus costales de los lomos de sus burros y los abrieron.

12 El administrador del palacio revisó los costales de cada uno de los hermanos, desde el mayor hasta el menor, ¡y encontró la copa en el costal de Benjamín!

13 Al ver eso, los hermanos se rasgaron la ropa en señal de desesperación. Luego volvieron a cargar sus burros y regresaron a la ciudad.

14 José todavía estaba en su palacio cuando Judá y sus hermanos llegaron. Entonces se postraron en el suelo delante de él.

15 —¿Qué han hecho ustedes? —reclamó José—. ¿No saben que un hombre como yo puede predecir el futuro?

16 —Oh, mi señor —contestó Judá—, ¿qué podemos responderle? ¿Cómo podemos explicar esto? ¿Cómo podemos probar nuestra inocencia? Dios nos está castigando por nuestros pecados. Mi señor, todos hemos regresado para ser sus esclavos, todos nosotros, y no solo nuestro hermano que tenía la copa en su costal.

17 —No —dijo José—. ¡Yo jamás haría algo así! Solo el hombre que robó la copa será mi esclavo. Los demás pueden volver en paz a la casa de su padre.

Judá habla por sus hermanos

18 Entonces Judá dio un paso adelante y dijo:

—Por favor, mi señor, permita que su siervo le hable tan solo unas palabras. Le ruego que no se enoje conmigo, a pesar de ser usted tan poderoso como el faraón mismo.

19 »Mi señor, anteriormente nos preguntó a nosotros, sus siervos: “¿Tienen un padre o un hermano?”.

20 Y nosotros respondimos: “Sí, mi señor, tenemos un padre que ya es anciano, y su hijo menor le nació en la vejez. Su hermano de padre y madre murió y él es el único hijo que queda de su madre, y su padre lo ama mucho”.

21 »Usted nos dijo: “Tráiganlo aquí para que lo vea con mis propios ojos”.

22 Pero nosotros le dijimos a usted: “Mi señor, el muchacho no puede dejar a su padre, porque su padre moriría”.

23 Pero usted nos dijo: “A menos que su hermano menor venga con ustedes, nunca más volverán a ver mi rostro”.

24 »Entonces regresamos a la casa de su siervo, nuestro padre, y le dijimos lo que usted nos había dicho.

25 Tiempo después, cuando él nos dijo que regresáramos a comprar más alimento,

26 le respondimos: “No podemos ir a menos que permitas que nuestro hermano menor nos acompañe. Nunca llegaremos a ver el rostro del hombre a menos que nuestro hermano menor esté con nosotros”.

27 »Entonces mi padre nos dijo: “Como ya saben, mi esposa tuvo dos hijos,

28 y uno de ellos se fue y nunca más regresó. Sin duda, fue despedazado por algún animal salvaje, y no he vuelto a verlo.

29 Si ahora alejan de mí a su hermano y él sufre algún daño, ustedes mandarán a la tumbaa este hombre entristecido y canoso”.

30 »Y ahora, mi señor, no puedo regresar a la casa de mi padre sin el muchacho. La vida de nuestro padre está ligada a la vida del muchacho.

31 Si nuestro padre ve que el muchacho no está con nosotros, morirá. Nosotros, sus siervos, ciertamente seremos responsables de haber enviado a la tumba a ese hombre entristecido y canoso.

32 Mi señor, yo le garanticé a mi padre que me haría cargo del muchacho. Le dije que, si no lo llevaba de regreso, yo cargaría con la culpa para siempre.

33 »Por favor, mi señor, permita que yo me quede aquí como esclavo en lugar del muchacho, y deje que el muchacho regrese con sus hermanos.

34 Pues, ¿cómo podré regresar y ver a mi padre si el muchacho no está conmigo? ¡No podría soportar ver la angustia que le provocaría a mi padre!

Génesis 45

José revela su identidad

1 José ya no pudo contenerse. Había mucha gente en la sala, y él les dijo a sus asistentes: «¡Salgan todos de aquí!». Así que estuvo a solas con sus hermanos en el momento de decirles quién era.

2 Entonces perdió el control y se echó a llorar. Lloraba con tanta fuerza que los egipcios podían oírlo, y la noticia pronto llegó hasta el palacio del faraón.

3 «¡Soy José! —dijo a sus hermanos—. ¿Vive mi padre todavía?». ¡Pero sus hermanos se quedaron mudos! Estaban atónitos al darse cuenta de que tenían a José frente a ellos.

4 «Por favor, acérquense», les dijo. Entonces ellos se acercaron, y él volvió a decirles: «Soy José, su hermano, a quien ustedes vendieron como esclavo en Egipto.

5 Pero no se inquieten ni se enojen con ustedes mismos por haberme vendido. Fue Dios quien me envió a este lugar antes que ustedes, a fin de preservarles la vida.

6 El hambre que ha azotado la tierra estos dos últimos años durará otros cinco años más, y no habrá ni siembra ni siega.

7 Dios me hizo llegar antes que ustedes para salvarles la vida a ustedes y a sus familias, y preservar la vida de muchos más.

8 Por lo tanto, fue Dios quien me envió a este lugar, ¡y no ustedes! Y fue él quien me hizo consejerodel faraón, administrador de todo su palacio y gobernador de todo Egipto.

9 »Ahora, ¡apresúrense! Regresen a donde está mi padre y díganle: “Tu hijo José dice: ‘Dios me ha hecho señor de toda la tierra de Egipto. ¡Así que ven a verme de inmediato!

10 Podrás vivir en la región de Gosén, donde estarás cerca de mí, junto con tus hijos y tus nietos, tus rebaños y tus manadas, y todas tus posesiones.

11 Allí te cuidaré, porque aún quedan cinco años de hambre. De lo contrario, tú, los de tu casa y todos tus animales morirán de hambre’”.

12 »¡Miren! —agregó José—. Pueden comprobarlo con sus propios ojos, y también puede hacerlo mi hermano Benjamín, ¡que de veras soy José!

13 Díganle a mi padre acerca de la posición de honor que tengo aquí en Egipto. Descríbanle todo lo que han visto y, después, traigan a mi padre aquí lo más pronto posible».

14 Llorando de alegría, José abrazó a Benjamín, y Benjamín hizo lo mismo.

15 Luego José besó a cada uno de sus hermanos y lloró sobre ellos, y después comenzaron a hablar libremente con él.

El faraón invita a Jacob a Egipto

16 La noticia pronto llegó al palacio del faraón: «¡Han llegado los hermanos de José!». El faraón y sus funcionarios se alegraron mucho al saberlo.

17 El faraón le dijo a José: «Diles a tus hermanos: “Esto es lo que deben hacer: ¡Apúrense! Carguen sus animales y regresen a la tierra de Canaán.

18 Luego vayan a buscar a su padre y a sus familias y vuelvan aquí. Yo les daré la mejor tierra en Egipto, y comerán de lo mejor que esa tierra produce”».

19 Después el faraón le dijo a José: «Diles a tus hermanos: “Lleven carros de Egipto para transportar a sus niños y a sus esposas, y traigan a su padre aquí.

20 No se preocupen por sus bienes personales, pues lo mejor de la tierra de Egipto será de ustedes”».

21 Así que los hijos de Jacobhicieron lo que se les dijo. José les proporcionó carros, tal como el faraón había ordenado, y les dio provisiones para el viaje.

22 A cada uno le dio ropa nueva, pero a Benjamín le dio cinco mudas de ropa y trescientas monedasde plata.

23 También le envió a su padre diez burros cargados con los mejores productos de Egipto, y diez burras cargadas con grano, pan y otras provisiones que necesitaría para el viaje.

24 Entonces José despidió a sus hermanos y, cuando se iban, les dijo: «¡No se peleen por todo esto en el camino!».

25 Y ellos salieron de Egipto y regresaron donde vivía su padre Jacob, en la tierra de Canaán.

26 «¡José todavía vive! —le dijeron a su padre—. ¡Y es el gobernador de toda la tierra de Egipto!». Jacob se quedó atónito al oír la noticia, y no podía creerlo.

27 Sin embargo, cuando le repitieron todo lo que José les había dicho y cuando vio los carros que había enviado para llevarlo, su alma se reanimó.

28 Entonces Jacob exclamó: «¡Debe ser verdad! ¡Mi hijo José está vivo! Tengo que ir y verlo antes de morir».

Génesis 46

Viaje de Jacob a Egipto

1 Entonces Jacobemprendió el viaje a Egipto con todas sus posesiones. Y cuando llegó a Beerseba, ofreció sacrificios al Dios de su padre Isaac.

2 Durante la noche, Dios le habló en una visión.

—¡Jacob! ¡Jacob! —lo llamó.

—Aquí estoy —respondió Jacob.

3 —Yo soy Dios, el Dios de tu padre —dijo la voz—. No tengas temor de descender a Egipto, porque allí haré de tu familia una gran nación.

4 Yo descenderé contigo a Egipto y te volveré a traer. Morirás en Egipto, pero José estará contigo para cerrar tus ojos.

5 Entonces Jacob salió de Beerseba, y sus hijos lo llevaron a Egipto. Lo transportaron a él, junto con los pequeños y las esposas, en los carros que el faraón les había provisto.

6 También se llevaron todos los animales y los bienes personales que habían adquirido en la tierra de Canaán. Así que Jacob partió hacia Egipto con toda su familia

7 —hijos y nietos, hijas y nietas—; se fue con todos sus descendientes.

8 Estos son los nombres de los descendientes de Israel —los hijos de Jacob— que fueron a Egipto:

Rubén fue el hijo mayor de Jacob.

9 Los hijos de Rubén fueron Hanoc, Falú, Hezrón y Carmi.

10 Los hijos de Simeón fueron Jemuel, Jamín, Ohad, Jaquín, Zohar y Saúl. (La madre de Saúl fue una mujer cananea).

11 Los hijos de Leví fueron Gersón, Coat y Merari.

12 Los hijos de Judá fueron Er, Onán, Sela, Fares y Zera (aunque Er y Onán habían muerto en la tierra de Canaán). Los hijos de Fares fueron Hezrón y Hamul.

13 Los hijos de Isacar fueron Tola, Púa,Jasuby Simrón.

14 Los hijos de Zabulón fueron Sered, Elón y Jahleel.

15 Esos fueron los hijos de Lea y Jacob que nacieron en Padán-aram, además de su hija Dina. Los descendientes de Jacob por medio de Lea (tanto hombres como mujeres) fueron treinta y tres.

16 Los hijos de Gad fueron Zefón,Hagui, Suni, Ezbón, Eri, Arodi y Areli.

17 Los hijos de Aser fueron Imna, Isúa, Isúi y Bería. La hermana de ellos se llamaba Sera. Los hijos de Bería fueron Heber y Malquiel.

18 Esos fueron los hijos de Zilpa, la sierva que Lea recibió de su padre Labán. Los descendientes de Jacob por medio de Zilpa fueron dieciséis.

19 Los hijos de Raquel, esposa de Jacob, fueron José y Benjamín.

20 Los hijos de José que nacieron en la tierra de Egipto fueron Manasés y Efraín. La madre de ellos fue Asenat, hija de Potifera, sacerdote de On.

21 Los hijos de Benjamín fueron Bela, Bequer, Asbel, Gera, Naamán, Ehi, Ros, Mupim, Hupim y Ard.

22 Esos fueron los hijos de Raquel y Jacob. Los descendientes de Jacob por medio de Raquel fueron catorce.

23 El hijo de Dan fue Husim.

24 Los hijos de Neftalí fueron Jahzeel, Guni, Jezer y Silem.

25 Esos fueron los hijos de Bilha, la sierva que Raquel recibió de su padre Labán. Los descendientes de Jacob por medio de Bilha fueron siete.

26 Todos los descendientes directos de Jacob que partieron con él a Egipto, sin contar a las esposas de sus hijos, fueron sesenta y seis.

27 Además, José tuvo dos hijosque nacieron en Egipto. Así que, en total, había setentamiembros de la familia de Jacob en la tierra de Egipto.

La familia de Jacob llega a Gosén

28 Cuando ya estaban cerca de llegar, Jacob mandó que Judá se adelantara a fin de encontrarse con José y averiguar el camino a la región de Gosén. Cuando por fin llegaron,

29 José preparó su carro de guerra y viajó hasta Gosén para recibir a su padre Jacob. Cuando José llegó, corrió a los brazos de su padre y lloró sobre su hombro un largo rato.

30 Finalmente, Jacob le dijo a José: «Ahora estoy listo para morir porque he vuelto a ver tu rostro y sé que aún vives».

31 Entonces José dijo a sus hermanos y a toda la familia de su padre: «Iré al faraón y le diré: “Mis hermanos y toda la familia de mi padre han venido a verme desde la tierra de Canaán.

32 Son pastores y crían animales. Han traído sus rebaños y sus manadas y todo lo que poseen”».

33 Después dijo: «Cuando el faraón los llame y les pregunte a qué se dedican,

34 ustedes deben decirle: “Nosotros, sus siervos, hemos criado ganado toda nuestra vida, igual que nuestros antepasados”. Cuando le digan eso, él los dejará vivir aquí en la región de Gosén, porque los egipcios desprecian a los pastores».

Génesis 47

Jacob bendice al faraón

1 Entonces José fue a ver al faraón y le dijo: «Mi padre y mis hermanos han llegado desde la tierra de Canaán. Vinieron con todos sus rebaños, sus manadas y sus posesiones, y ahora están en la región de Gosén».

2 José llevó con él a cinco de sus hermanos y se los presentó al faraón.

3 El faraón preguntó a los hermanos:

—¿A qué se dedican?

—Nosotros, sus siervos —contestaron ellos—, somos pastores, al igual que nuestros antepasados.

4 Hemos venido a vivir a Egipto por un tiempo, debido a que en Canaán no hay pastos para nuestros rebaños, porque el hambre es muy intensa allí. Por lo tanto, le rogamos que nos permita vivir en la región de Gosén.

5 Entonces el faraón le dijo a José: «Ahora que tu padre y tus hermanos han venido a estar aquí contigo,

6 escoge el lugar que quieras en toda la tierra de Egipto para que ellos vivan. Dales la mejor tierra de Egipto. Que vivan en la región de Gosén, y si alguno de ellos tiene alguna destreza especial, ponlo a cargo de mis rebaños también».

7 Entonces José hizo entrar a su padre Jacob y se lo presentó al faraón. Entonces Jacob bendijo al faraón.

8 —¿Cuántos años tienes? —le preguntó el faraón.

9 Jacob respondió:

—He andado por este mundo ya ciento treinta arduos años; pero mi vida ha sido corta en comparación con la de mis antepasados.

10 Entonces Jacob volvió a bendecir al faraón antes de salir del palacio.

11 Por lo tanto, José asignó la mejor tierra de Egipto —la región de Ramsés— a su padre y a sus hermanos, y los estableció allí, tal como el faraón había ordenado.

12 Y José proveyó alimentos a su padre y a sus hermanos en cantidades proporcionadas al número de familiares, incluidos los niños más pequeños.

Administración de José durante el tiempo de hambre

13 Mientras tanto, el hambre se hizo tan intensa que se acabó todo el alimento, y la gente por toda la tierra de Egipto y la de Canaán se moría de hambre.

14 José, al vender el grano a la población, con el tiempo, obtuvo todo el dinero que había en Egipto y en Canaán, y lo depositó en la tesorería del faraón.

15 Cuando los habitantes de Egipto y de Canaán se quedaron sin dinero, todos los egipcios acudieron a José.

—¡Ya no tenemos dinero! —clamaron—. Por favor, dénos alimentos, ¡o moriremos ante sus propios ojos!

16 José respondió:

—Ya que no tienen dinero, tráiganme sus animales. Yo les daré alimentos a cambio de sus animales.

17 Entonces llevaron sus animales a José a cambio de alimentos. A cambio de sus caballos, rebaños de ovejas y cabras, manadas de ganado y burros, José les proveyó alimentos para un año más.

18 Entonces ese año llegó a su fin. Al año siguiente, ellos acudieron nuevamente a José y le dijeron: «No podemos ocultarle la verdad, señor. Se nos acabó el dinero, y todas nuestras manadas de animales son suyas. Ya no nos queda nada para entregarle, excepto nuestro cuerpo y nuestras tierras.

19 ¿Por qué morir delante de sus propios ojos? Cómprenos a nosotros y también a nuestras tierras a cambio de alimentos; ofrecemos nuestras tierras y nos ofrecemos nosotros mismos como esclavos para el faraón. Solamente provéanos de grano para que podamos vivir y no muramos, y para que la tierra no quede vacía y desolada».

20 José, pues, compró toda la tierra de Egipto para el faraón. Todos los egipcios le vendieron sus campos debido a que el hambre era severa. Así que pronto toda la tierra pasó a ser posesión del faraón.

21 Y en cuanto a los habitantes, los hizo esclavos a todos,desde un extremo de Egipto hasta el otro.

22 Las únicas tierras que no compró fueron las que pertenecían a los sacerdotes. Ellos recibían una ración de alimentos directamente del faraón, por lo cual no tuvieron que vender sus tierras.

23 Entonces José le dijo al pueblo:

—Miren, hoy los he comprado a ustedes y a sus tierras para el faraón. Les proporcionaré semillas para que puedan sembrar los campos.

24 Después, cuando llegue el tiempo de la cosecha, una quinta parte de los cultivos será del faraón. Ustedes podrán quedarse con las otras cuatro quintas partes como semilla para sus campos y alimento para ustedes, los de su casa y sus niños.

25 —¡Usted nos ha salvado la vida! —exclamaron ellos—. Permítanos, señor nuestro, ser los esclavos del faraón.

26 Entonces José emitió un decreto, aún vigente en la tierra de Egipto, según el cual el faraón recibiría una quinta parte de todas las cosechas cultivadas en su tierra. Solo la región perteneciente a los sacerdotes no fue entregada al faraón.

27 Mientras tanto, el pueblo de Israel se estableció en la región de Gosén, en Egipto. Allí adquirieron propiedades, y fueron prósperos y la población creció con rapidez.

28 Jacob vivió diecisiete años después de haber llegado a Egipto, así que en total vivió ciento cuarenta y siete años.

29 Cuando se acercaba el momento de su muerte, Jacobllamó a su hijo José, y le dijo:

—Te ruego que me hagas un favor. Pon tu mano debajo de mi muslo y jura que me tratarás con amor inagotable al hacer honor a esta última petición: no me entierres en Egipto;

30 cuando muera, llévate mi cuerpo de Egipto y entiérrame con mis antepasados.

Entonces José prometió:

—Haré lo que me pides.

31 —Jura que lo harás —insistió Jacob.

Así que José hizo juramento, y Jacob se inclinó con humildad en la cabecera de su cama.

Génesis 48

Jacob bendice a Manasés y a Efraín

1 Cierto día, no mucho tiempo después, le avisaron a José: «A tu padre ya le queda muy poco tiempo de vida». Entonces José fue a visitarlo, y llevó con él a sus dos hijos, Manasés y Efraín.

2 Cuando José llegó, le dijeron a Jacob que su hijo José había venido a verlo. Entonces Jacobcobró fuerzas y se incorporó en su cama.

3 Jacob le dijo a José:

—El Dios Todopoderosose me apareció en la aldea de Luz, en la tierra de Canaán, y me bendijo

4 con estas palabras: “Te haré fructífero y multiplicaré tu descendencia. Haré de ti una multitud de naciones, y daré esta tierra de Canaán a tus descendientescomo posesión perpetua”.

5 »Ahora reclamo como hijos míos a estos dos muchachos tuyos, Efraín y Manasés, quienes nacieron aquí en la tierra de Egipto antes de que yo llegara. Ellos serán mis hijos, como lo son Rubén y Simeón.

6 Pero cualquier otro hijo que te nazca en el futuro será tuyo, y heredará tierra dentro de los límites de los territorios de sus hermanos Efraín y Manasés.

7 »Hace mucho tiempo, cuando yo regresaba de Padán-aram,Raquel murió en la tierra de Canaán. Todavía íbamos en viaje y bastante lejos de Efrata (es decir, Belén). Con mucha tristeza, la enterré allí, junto al camino que va a Efrata.

8 Entonces Jacob miró a los dos muchachos.

—¿Son estos tus hijos? —preguntó.

9 —Sí —le dijo José—, estos son los hijos que Dios me ha dado aquí en Egipto.

Y Jacob dijo:

—Acércalos más a mí, para que pueda bendecirlos.

10 Jacob casi había perdido la vista debido a su avanzada edad y apenas podía ver. Entonces José le acercó a los muchachos, y Jacob los besó y los abrazó.

11 Entonces Jacob le dijo a José:

—Nunca pensé que volvería a ver tu rostro, ¡pero ahora Dios me ha permitido ver también a tus hijos!

12 José retiró a los muchachos de las rodillas de su abuelo, y se inclinó con el rostro hacia el suelo.

13 Después puso a los muchachos delante de Jacob. Con su mano derecha dirigió a Efraín hacia la mano izquierda de Jacob, y con su mano izquierda puso a Manasés a la mano derecha de Jacob.

14 Pero Jacob cruzó sus brazos cuando los extendió para poner sus manos sobre la cabeza de los muchachos: es decir, puso su mano derecha sobre la cabeza de Efraín —aunque él era el menor— y su mano izquierda sobre la cabeza de Manasés, que era el hijo mayor.

15 Luego bendijo a José con las siguientes palabras:

«Que el Dios delante del cual caminaron

mi abuelo Abraham y mi padre Isaac

—el Dios que ha sido mi pastor

toda mi vida, hasta el día de hoy,

16 el Ángel que me ha salvado de todo mal—

bendiga a estos muchachos.

Que ellos preserven mi nombre

y el nombre de Abraham y de Isaac.

Y que su descendencia se multiplique en gran manera

por toda la tierra».

17 Pero José se molestó cuando vio que su padre puso la mano derecha sobre la cabeza de Efraín. Entonces José se la levantó para pasarla de la cabeza de Efraín a la cabeza de Manasés.

18 —No, padre mío —le dijo—. Este es el hijo mayor; pon tu mano derecha sobre su cabeza.

19 Pero su padre se negó a hacerlo.

—Ya lo sé, hijo mío, lo sé —respondió él—. Manasés también llegará a ser un gran pueblo, pero su hermano menor será aún más grande y de su descendencia se formarán una multitud de naciones.

20 Así que, aquel día, Jacob bendijo a los muchachos con esta bendición: «El pueblo de Israel usará el nombre de ustedes cuando impartan una bendición. Dirán: “Que Dios los haga tan prósperos como a Efraín y a Manasés”». De esta manera, Jacob puso a Efraín antes de Manasés.

21 Entonces Jacob le dijo a José:

—Mira, yo estoy a punto de morir, pero Dios estará contigo y te llevará de regreso a Canaán, la tierra de tus antepasados.

22 Y además de lo que les he dado a tus hermanos, te doy a ti una porción adicional de la tierraque tomé de los amorreos con mi espada y con mi arco.

Génesis 49

Últimas palabras de Jacob para sus hijos

1 Entonces Jacob hizo llamar a todos sus hijos y les dijo: «Júntense alrededor de mí, y les diré lo que le ocurrirá a cada uno de ustedes en los días venideros.

2 »Acérquense y escuchen, hijos de Jacob;

escuchen a Israel, su padre.

3 »Rubén, tú eres mi hijo mayor, mi fuerza,

el hijo de mi juventud vigorosa.

Tú eres el primero en rango y el primero en potencia.

4 Pero eres tan impetuoso como una inundación,

y ya no serás más el primero.

Pues te acostaste con mi esposa;

deshonraste mi cama matrimonial.

5 »Simeón y Leví son tal para cual;

sus armas son instrumentos de violencia.

6 Que jamás tome parte yo en sus reuniones;

que nunca tenga nada que ver con sus planes.

Pues en su enojo asesinaron hombres,

y por diversión mutilaron bueyes.

7 Maldito sea su enojo, porque es feroz;

maldita sea su ira, porque es cruel.

Los esparciré entre los descendientes de Jacob;

los dispersaré por todo Israel.

8 »Judá, tus hermanos te alabarán.

Agarrarás a tus enemigos por el cuello.

Todos tus parientes se inclinarán ante ti.

9 Judá, mi hijo, es un león joven

que ha terminado de comerse a su presa.

Se agazapa como un león y se tiende;

como una leona, ¿quién se atreverá a despertarlo?

10 El cetro no se apartará de Judá,

ni la vara de mando de sus descendientes,

hasta que venga aquel a quien le pertenece,

aquel a quien todas las naciones honrarán.

11 Él ata su potro a una vid,

la cría de su burro a una vid escogida.

Lava sus ropas en vino,

sus vestidos, con el jugo de las uvas.

12 Sus ojos son más oscuros que el vino,

y sus dientes, más blancos que la leche.

13 »Zabulón se asentará junto a la costa

y será un puerto para los barcos;

sus fronteras se extenderán hasta Sidón.

14 »Isacar es un burro robusto

que descansa entre dos alforjas.

15 Cuando vea lo bueno que es el campo

y lo agradable del terreno,

doblará su hombro para llevar la carga

y se someterá al arduo trabajo.

16 »Dan gobernará a su pueblo

como cualquier otra tribu de Israel.

17 Dan será una serpiente junto al camino,

una víbora venenosa en el sendero,

que muerde los talones del caballo

para que caiga el jinete.

18 ¡OhSeñor, confío en ti para la salvación!

19 »Gad será atacado por bandas saqueadoras,

pero él las atacará cuando ellas se batan en retirada.

20 »Aser cenará manjares deliciosos

y producirá comida digna de reyes.

21 »Neftalí es una cierva en libertad

que tiene hermosos cervatillos.

22 »José es la cría de un burro salvaje,

la cría de un burro salvaje junto a un manantial,

uno de los burros salvajes sobre la cresta de la tierra.

23 Los arqueros lo atacaron ferozmente;

le dispararon y lo hostigaron.

24 Pero su arco permaneció tenso,

y sus brazos fueron fortalecidos

por las manos del Poderoso de Jacob,

por el Pastor, la Roca de Israel.

25 Que el Dios de tu padre te ayude;

que el Todopoderoso te bendiga

con bendiciones de los cielos de arriba,

y con bendiciones de las aguas profundas de abajo,

y con bendiciones de los pechos y del vientre.

26 Que mis bendiciones paternas sobre ti

superen las bendiciones de mis antepasados,

y alcancen las alturas de los montes eternos.

Que estas bendiciones descansen sobre la cabeza de José,

quien es príncipe entre sus hermanos.

27 »Benjamín es un lobo rapaz,

que devora a sus enemigos por la mañana

y reparte su botín por la tarde».

28 Estas son las doce tribus de Israel, y esto es lo que su padre dijo a sus hijos al despedirse de ellos. Los bendijo con un mensaje apropiado para cada uno.

Muerte y entierro de Jacob

29 Entonces Jacob les dio las siguientes instrucciones: «Yo moriré pronto y me uniré con mis antepasados. Entiérrenme junto con mi padre y mi abuelo en la cueva que está en el campo de Efrón el hitita.

30 Es la cueva del campo de Macpela, cerca de Mamre, en Canaán, la cual Abraham compró a Efrón el hitita como lugar de sepultura permanente.

31 Allí están enterrados Abraham y su esposa Sara; allí también están enterrados Isaac y su esposa Rebeca; y allí enterré a Lea.

32 Es la parcela de tierra y la cueva que mi abuelo Abraham les compró a los hititas».

33 Cuando Jacob terminó de dar este encargo a sus hijos, metió los pies en la cama, dio su último suspiro y se reunió con sus antepasados al morir.

Génesis 50

1 José se abrazó al cuerpo de su padre, y lloró y lo besó.

2 Después ordenó a los médicos que estaban a su servicio que embalsamaran el cuerpo de su padre, y Jacobfue embalsamado.

3 El proceso para embalsamarlo llevó cuarenta días, que es el tiempo habitual. Y los egipcios guardaron luto por Jacob durante setenta días.

4 Cumplido el período del luto, José se acercó a los consejeros del faraón y les dijo: «Les ruego que me hagan el favor de hablar al faraón por mí.

5 Díganle que mi padre me hizo pronunciar un juramento. Me dijo: “Escucha, yo estoy a punto de morir. Lleva mi cuerpo de regreso a la tierra de Canaán y entiérrame en la tumba que preparé para mí mismo”. Por lo tanto, le ruego que me permita ir a enterrar a mi padre. Y después del entierro, regresaré sin demora».

6 El faraón concedió la petición de José y le dijo: «Ve y entierra a tu padre, tal como él te hizo prometer».

7 Entonces José partió para enterrar a su padre. Lo acompañaron todos los funcionarios del faraón, todos los ancianos de la casa del faraón, y todos los oficiales de alto rango de Egipto.

8 José llevó a los de su propia casa y a sus hermanos y a los de sus casas, pero dejó en la tierra de Gosén a los niños pequeños y a los rebaños y a las manadas.

9 Una gran cantidad de carros de guerra con sus conductores acompañaron a José.

10 Cuando llegaron al campo de trillar de Atad, cerca del río Jordán, llevaron a cabo un gran servicio conmemorativo muy solemne, con un período de siete días de luto por el padre de José.

11 Los cananeos que vivían en ese lugar los observaron lamentarse en el campo de trillar de Atad, y luego cambiaron el nombre del lugar (situado cerca del Jordán); lo llamaron Abel-mizraim,porque dijeron: «Este es un lugar de gran lamento para estos egipcios».

12 Así que los hijos de Jacob hicieron tal como él les había ordenado.

13 Llevaron su cuerpo a la tierra de Canaán y lo enterraron en la cueva que está en el campo de Macpela, cerca de Mamre. Esa es la cueva que Abraham le había comprado a Efrón el hitita como lugar de sepultura permanente.

José perdona a sus hermanos

14 Después de haber enterrado a Jacob, José regresó a Egipto junto con sus hermanos y todos los que lo habían acompañado al entierro de su padre.

15 Pero ahora que su padre había muerto, los hermanos de José tuvieron temor, y se decían: «Ahora José mostrará su enojo y se vengará por todo el mal que le hicimos».

16 Entonces enviaron a José un mensaje que decía: «Antes de morir, tu padre nos mandó que

17 te dijéramos: “Por favor, perdona a tus hermanos por el gran mal que te hicieron, por el pecado de haberte tratado con tanta crueldad”. Por eso nosotros, los siervos del Dios de tu padre, te suplicamos que perdones nuestro pecado». Cuando José recibió el mensaje, perdió el control y se echó a llorar.

18 Entonces sus hermanos llegaron, y se arrojaron al suelo delante de José y dijeron:

—Mira, ¡somos tus esclavos!

19 Pero José les respondió:

—No me tengan miedo. ¿Acaso soy Dios para castigarlos?

20 Ustedes se propusieron hacerme mal, pero Dios dispuso todo para bien. Él me puso en este cargo para que yo pudiera salvar la vida de muchas personas.

21 No, no tengan miedo. Yo seguiré cuidando de ustedes y de sus hijos.

Así que hablándoles con ternura y bondad, los reconfortó.

Muerte de José

22 José y sus hermanos con sus familias siguieron viviendo en Egipto. José vivió hasta los ciento diez años de edad.

23 Alcanzó a ver a tres generaciones de los descendientes de su hijo Efraín, y vivió lo suficiente para ver el nacimiento de los hijos de Maquir, el hijo de Manasés, a quienes recibió como suyos.

24 José les dijo a sus hermanos: «Yo pronto moriré pero ciertamente Dios los ayudará y los sacará de esta tierra de Egipto. Él los hará volver a la tierra que solemnemente prometió dar a Abraham, a Isaac y a Jacob».

25 Entonces José hizo jurar a los hijos de Israel y les dijo: «Cuando Dios venga a ayudarlos y los lleve de regreso, deben llevarse mis huesos con ustedes».

26 José murió a los ciento diez años de edad y los egipcios lo embalsamaron, y pusieron su cuerpo en un ataúd en Egipto.