Génesis 32

1 Cuando Jacob emprendió nuevamente su viaje, llegaron ángeles de Dios a encontrarse con él.

2 Al verlos, Jacob exclamó: «¡Este es el campamento de Dios!». Por eso llamaron a aquel lugar Mahanaim.

Jacob envía regalos a Esaú

3 Entonces Jacob envió mensajeros por delante a su hermano Esaú, quien vivía en la región de Seir, en la tierra de Edom.

4 Y les dijo: «Den este mensaje a mi señor Esaú: “Humildes saludos de tu siervo Jacob. Hasta el momento, estuve viviendo con el tío Labán,

5 y ahora soy dueño de ganado, burros, rebaños de ovejas y de cabras, y muchos siervos, tanto varones como mujeres. He enviado a estos mensajeros por delante para informar a mi señor de mi llegada, con la esperanza de que me recibas con bondad”».

6 Después de transmitir el mensaje, los mensajeros regresaron y le informaron a Jacob: «Nos encontramos con su hermano Esaú y ya viene en camino a su encuentro, ¡con un ejército de cuatrocientos hombres!».

7 Jacob quedó aterrado con la noticia. Entonces separó a los miembros de su casa en dos grupos, y también a los rebaños, a las manadas y a los camellos,

8 pues pensó: «Si Esaú encuentra a uno de los grupos y lo ataca, quizá el otro grupo pueda escapar».

9 Entonces Jacob oró: «Oh Dios de mi abuelo Abraham y Dios de mi padre Isaac; ohSeñor, tú me dijiste: “Regresa a tu tierra y a tus parientes”. Y me prometiste: “Te trataré con bondad”.

10 No soy digno de todo el amor inagotable y de la fidelidad que has mostrado a mí, tu siervo. Cuando salí de mi hogar y crucé el río Jordán, no poseía más que mi bastón, ¡pero ahora todos los de mi casa ocupan dos grandes campamentos!

11 OhSeñor, te ruego que me rescates de la mano de mi hermano Esaú. Tengo miedo de que venga para atacarme a mí y también a mis esposas y a mis hijos.

12 Pero tú me prometiste: “Ciertamente te trataré con bondad y multiplicaré tus descendientes hasta que lleguen a ser tan numerosos como la arena a la orilla del mar, imposibles de contar”».

13 Así que Jacob pasó la noche en aquel lugar. Luego escogió de sus pertenencias los siguientes regalos para entregar a su hermano Esaú:

14 doscientas cabras, veinte chivos, doscientas ovejas, veinte carneros,

15 treinta camellas con sus crías, cuarenta vacas, diez toros, veinte burras y diez burros.

16 Separó esos animales en manadas y asignó cada manada a un siervo distinto. Luego dijo a estos siervos: «Vayan delante de mí con los animales, pero guarden una buena distancia entre las manadas».

17 A los hombres que dirigían el primer grupo les dio las siguientes instrucciones: «Cuando mi hermano Esaú se encuentre con ustedes, él les preguntará: “¿De quién son siervos? ¿Adónde van? ¿Quién es el dueño de estos animales?”.

18 Entonces deben contestar: “Pertenecen a su servidor Jacob, pero son un regalo para su señor Esaú. Mire, él viene detrás de nosotros”».

19 Jacob dio las mismas instrucciones a los siervos a cargo del segundo y tercer grupo, y a todos los que iban detrás de las manadas: «Cuando se encuentren con Esaú, deben responder lo mismo,

20 y asegúrense de decirle: “Mire, su servidor Jacob viene detrás de nosotros”».

Jacob pensó: «Intentaré apaciguarlo enviando regalos antes de mi llegada, y cuando me encuentre con él en persona, quizá me reciba con bondad».

21 Así que los regalos fueron enviados por delante, y Jacob pasó la noche en el campamento.

Jacob lucha con Dios

22 Durante la noche, Jacob se levantó y tomó a sus dos esposas, a sus dos mujeres esclavas y a sus once hijos, y cruzó el río Jaboc con ellos.

23 Después de llevarlos a la otra orilla, hizo pasar todas sus pertenencias.

24 Entonces Jacob se quedó solo en el campamento, y llegó un hombre y luchó con él hasta el amanecer.

25 Cuando el hombre vio que no ganaría el combate, tocó la cadera de Jacob y la dislocó.

26 Luego el hombre le dijo:

—¡Déjame ir, pues ya amanece!

—No te dejaré ir a menos que me bendigas —le dijo Jacob.

27 —¿Cómo te llamas? —preguntó el hombre.

—Jacob —contestó él.

28 —Tu nombre ya no será Jacob —le dijo el hombre—. De ahora en adelante, serás llamado Israel,porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.

29 —Por favor, dime cuál es tu nombre —le dijo Jacob.

—¿Por qué quieres saber mi nombre? —respondió el hombre. Entonces bendijo a Jacob allí.

30 Jacob llamó a aquel lugar Peniel (que significa «rostro de Dios»), porque dijo: «He visto a Dios cara a cara, y sin embargo, conservo la vida».

31 El sol salía cuando Jacob dejó Peniely se fue cojeando debido a su cadera dislocada.

32 (Hasta el día de hoy, el pueblo de Israel no come del tendón que está cerca de la articulación de la cadera, debido a lo que ocurrió aquella noche cuando el hombre torció el tendón de la cadera de Jacob).

Génesis 33

Jacob y Esaú se reconcilian

1 Entonces Jacob levantó la vista y vio a Esaú, quien se acercaba con sus cuatrocientos hombres. Por eso, repartió a los niños entre Lea, Raquel y sus dos esposas esclavas.

2 Colocó en el frente a sus dos esposas esclavas con sus respectivos hijos, después a Lea con sus hijos, y por último a Raquel y a José.

3 Entonces Jacob se adelantó a todos ellos. Cuando se aproximó a su hermano, se inclinó hasta el suelo siete veces delante de él.

4 Entonces Esaú corrió a su encuentro y lo abrazó, puso los brazos alrededor de su cuello y lo besó. Y ambos lloraron.

5 Después Esaú miró a las mujeres y a los niños, y preguntó:

—¿Quiénes son esas personas que vienen contigo?

—Son los hijos que Dios, en su misericordia, me ha dado a mí, tu siervo —contestó Jacob.

6 Después las esposas esclavas se presentaron con sus hijos y se inclinaron ante él.

7 Luego se presentó Lea con sus hijos, quienes también se inclinaron ante él. Finalmente se presentaron José y Raquel, y ambos se inclinaron ante él.

8 —¿Y qué eran todos esos rebaños y esas manadas que encontré en el camino? —preguntó Esaú.

—Son un regalo, mi señor, para asegurar tu amistad —contestó Jacob.

9 —Hermano mío, yo tengo más que suficiente —dijo Esaú—. Guarda para ti lo que tienes.

10 —No —insistió Jacob—, si he logrado tu favor, te ruego que aceptes este regalo de mi parte. ¡Y qué alivio es ver tu amigable sonrisa! ¡Es como ver el rostro de Dios!

11 Por favor, acepta este regalo que te traje, porque Dios ha sido muy generoso conmigo. Yo tengo más que suficiente.

Debido a la insistencia de Jacob, Esaú finalmente aceptó el regalo.

12 —Bien —dijo Esaú—, vamos. Yo iré delante de ti.

13 Pero Jacob respondió:

—Tú mismo puedes ver, mi señor, que algunos de los niños son muy pequeños, y los rebaños y las manadas también tienen sus crías. Si se les hace caminar mucho, aunque fuera un solo día, todos los animales podrían morir.

14 Por favor, mi señor, ve tú primero. Nosotros iremos detrás más lento, a un ritmo que sea cómodo para los animales y para los niños. Nos encontraremos en Seir.

15 —De acuerdo —dijo Esaú—, pero déjame al menos asignarte a algunos de mis hombres para que los guíen y los protejan.

—No es necesario —respondió Jacob—. ¡Basta que me hayas recibido amigablemente, mi señor!

16 Entonces Esaú se dio la vuelta y emprendió el camino de regreso a Seir ese mismo día.

17 Jacob, en cambio, viajó hasta Sucot. Allí se construyó una casa e hizo cobertizos para su ganado. Por eso aquel lugar se llamó Sucot (que significa «cobertizos»).

18 Después de viajar todo el trayecto desde Padán-aram, Jacob llegó sano y salvo a la ciudad de Siquem, en la tierra de Canaán. Una vez allí, estableció su campamento fuera de la ciudad.

19 La parcela donde acampó la compró a la familia de Hamor, el padre de Siquem, por cien monedas de plata.

20 Y allí edificó un altar y le puso por nombre El-Elohe-Israel.

Génesis 34

Venganza contra Siquem

1 Cierto día, Dina, la hija de Jacob y Lea, fue a visitar a unas jóvenes que vivían en la región.

2 Cuando el príncipe del lugar, Siquem, hijo de Hamor el heveo, vio a Dina, la tomó a la fuerza y la violó.

3 Sin embargo, luego se enamoró de ella e intentó ganarse su cariño con palabras tiernas.

4 Le dijo a su padre Hamor: «Consígueme a esta joven pues quiero casarme con ella».

5 Entonces Jacob se enteró de que Siquem había deshonrado a su hija Dina, pero como sus hijos estaban en el campo cuidando sus animales, él no dijo nada hasta que regresaron.

6 Hamor, el padre de Siquem, fue a hablar del asunto con Jacob.

7 Mientras tanto, los hijos de Jacob, al enterarse de lo ocurrido, regresaron del campo de inmediato. Quedaron horrorizados y llenos de furia cuando supieron que su hermana había sido violada. Siquem había cometido un acto vergonzoso contra la familia de Jacob,algo que nunca debió haber hecho.

8 Hamor habló con Jacob y con sus hijos:

—Mi hijo Siquem está verdaderamente enamorado de su hija —dijo—. Por favor, permítanle casarse con ella.

9 De hecho, formemos también otros matrimonios: ustedes nos entregan a sus hijas para nuestros hijos, y nosotros les entregaremos a nuestras hijas para los hijos de ustedes.

10 Todos ustedes pueden vivir entre nosotros; ¡la tierra está a su disposición! Establézcanse aquí y comercien con nosotros, y siéntanse en libertad de comprar propiedades en la región.

11 El propio Siquem también habló con el padre de Dina y con sus hermanos:

—Por favor, sean bondadosos conmigo y permitan que me case con ella —les suplicó—. Yo les daré cualquier cosa que me pidan.

12 Sea cual fuere la dote o el regalo que exijan, lo pagaré de buena gana; solo les pido que me entreguen a la muchacha como esposa.

13 Pero como Siquem había deshonrado a la hermana de ellos, Dina, los hijos de Jacob respondieron con engaño a Siquem y a Hamor, su padre.

14 Les dijeron:

—De ninguna manera podemos permitirlo, porque tú no has sido circuncidado. ¡Sería una vergüenza para nuestra hermana casarse con un hombre como tú!

15 Pero hay una solución. Si todos los varones entre ustedes se circuncidan, como lo hicimos nosotros,

16 entonces les entregaremos a nuestras hijas y tomaremos a las hijas de ustedes para nosotros. Viviremos entre ustedes y seremos un solo pueblo;

17 pero si no aceptan circuncidarse, tomaremos a nuestra hermana y nos marcharemos.

18 Hamor y su hijo Siquem aceptaron la propuesta.

19 Siquem no demoró en cumplir con el requisito, porque deseaba con desesperación a la hija de Jacob. Siquem era un miembro muy respetado de su familia,

20 y acompañó a su padre, Hamor, a presentar la propuesta a los líderes que estaban a las puertas de la ciudad.

21 Les dijeron: «Esos hombres son nuestros amigos. Invitémoslos a vivir entre nosotros y comerciemos libremente. Miren, hay suficiente tierra para mantenerlos. Podemos tomar a sus hijas como esposas y permitir que ellos se casen con las nuestras.

22 Pero ellos aceptarán quedarse aquí y formar un solo pueblo con nosotros únicamente si nuestros hombres se circuncidan, como lo hicieron ellos.

23 Además, si nosotros lo hacemos, todos sus animales y sus posesiones con el tiempo serán nuestros. Vamos, aceptemos sus condiciones y dejemos que se establezcan entre nosotros».

24 Todos los hombres del consejo estuvieron de acuerdo con Hamor y Siquem, y todos los varones de la ciudad fueron circuncidados.

25 Sin embargo, tres días después, cuando aún estaban adoloridos, dos de los hijos de Jacob —Simeón y Leví—, que eran hermanos de Dina por parte de padre y de madre, tomaron sus espadas y entraron en la ciudad sin encontrar resistencia. Entonces masacraron a todos los varones,

26 entre ellos Hamor y su hijo Siquem. Los mataron a espada, y después sacaron a Dina de la casa de Siquem y regresaron a su campamento.

27 Mientras tanto, los demás hijos de Jacob llegaron a la ciudad. Al encontrar masacrados a los hombres, saquearon la ciudad, porque allí habían deshonrado a su hermana.

28 Se apoderaron de todos los rebaños, las manadas y los burros; se llevaron todo lo que pudieron, tanto de adentro de la ciudad como de los campos.

29 Robaron todas las riquezas y saquearon las casas. También tomaron a todos los niños y a las mujeres, y se los llevaron cautivos.

30 Después, Jacob les dijo a Simeón y a Leví:

—¡Ustedes me han arruinado! Me han hecho despreciable ante todos los pueblos de esta tierra: los cananeos y los ferezeos. Nosotros somos tan pocos que ellos se unirán y nos aplastarán. ¡Me destruirán, y toda mi familia será aniquilada!

31 —¿Pero cómo íbamos a permitir que él tratara a nuestra hermana como a una prostituta? —replicaron ellos, enojados.

Génesis 35

Regreso de Jacob a Betel

1 Entonces Dios le dijo a Jacob: «¡Prepárate! Múdate a Betel, establécete allí y edifica un altar a Dios, quien se te apareció cuando huías de tu hermano Esaú».

2 Entonces Jacob les dijo a todos los de su casa: «Desháganse de todos sus ídolos paganos, purifíquense y pónganse ropas limpias.

3 Ahora vamos a Betel, donde edificaré un altar al Dios que respondió a mis oraciones cuando yo estaba angustiado. Él ha estado conmigo en todos los lugares por donde anduve».

4 Entonces le entregaron a Jacob todos los ídolos paganos que conservaban y también los aretes, y él los enterró bajo el gran árbol que está cerca de Siquem.

5 Cuando salían, Dios mandó terror sobre los habitantes de todas las ciudades de aquella región, así que nadie atacó a la familia de Jacob.

6 Finalmente Jacob y todos los de su casa llegaron a Luz (también llamada Betel), en Canaán.

7 Allí Jacob edificó un altar y llamó al lugar El-betel (que significa «Dios de Betel»), porque Dios se le había aparecido allí cuando huía de su hermano Esaú.

8 Poco tiempo después murió Débora, la mujer que había cuidado a Rebeca desde niña, y fue enterrada bajo el roble que está en el valle de Betel. Desde entonces ese lugar fue llamado Alón-bacut (que significa «roble del llanto»).

9 Ahora que Jacob había regresado de Padán-aram, Dios se le apareció de nuevo en Betel. Y Dios lo bendijo

10 diciéndole: «Tu nombre es Jacob, pero ya no te llamarás Jacob. A partir de ahora tu nombre será Israel».Así que Dios le cambió el nombre y lo llamó Israel.

11 Entonces Dios dijo: «Yo soy El-Shaddai, “Dios Todopoderoso”. Sé fructífero y multiplícate. Llegarás a formar una gran nación; incluso, de ti saldrán muchas naciones. ¡Habrá reyes entre tus descendientes!

12 Y te entregaré la tierra que les di a Abraham y a Isaac. Así es, te la daré a ti y a tus descendientes».

13 Luego Dios ascendió desde el lugar donde le había hablado a Jacob.

14 Jacob levantó una columna conmemorativa para marcar el lugar donde Dios le había hablado. Luego derramó vino sobre la columna como sacrificio a Dios y la ungió con aceite de oliva.

15 Jacob llamó a aquel lugar Betel (que significa «casa de Dios»), porque allí Dios le había hablado.

Muertes de Raquel e Isaac

16 Una vez que salieron de Betel, Jacob y su clan avanzaron hacia Efrata; pero Raquel entró en trabajo de parto mientras aún estaban lejos de allí, y sus dolores eran intensos.

17 Luego de un parto muy difícil, la partera finalmente exclamó: «¡No temas; tienes otro varón!».

18 Raquel estaba a punto de morir, pero con su último suspiro puso por nombre al niño Benoni (que significa «hijo de mi tristeza»). Sin embargo, el padre del niño lo llamó Benjamín (que significa «hijo de mi mano derecha»).

19 Así que Raquel murió y fue enterrada en el camino a Efrata (es decir, Belén).

20 Jacob levantó una columna conmemorativa sobre la tumba de Raquel, la cual puede verse hasta el día de hoy.

21 Entonces Jacobsiguió su viaje y acampó más allá de Migdal-edar.

22 Mientras vivía allí, Rubén tuvo relaciones sexuales con Bilha, la concubina de su padre, y Jacob se enteró enseguida.

Estos son los nombres de los doce hijos de Jacob:

23 Los hijos de Lea fueron Rubén (el hijo mayor de Jacob), Simeón, Leví, Judá, Isacar y Zabulón.

24 Los hijos de Raquel fueron José y Benjamín.

25 Los hijos de Bilha, la sierva de Raquel, fueron Dan y Neftalí.

26 Los hijos de Zilpa, la sierva de Lea, fueron Gad y Aser.

Estos son los nombres de los hijos que le nacieron a Jacob en Padán-aram.

27 Entonces Jacob regresó a la casa de su padre Isaac en Mamre, que está cerca de Quiriat-arba (actualmente llamada Hebrón), donde Abraham e Isaac vivieron como extranjeros.

28 Isaac vivió ciento ochenta años.

29 Después dio su último suspiro y murió en buena vejez, y se reunió con sus antepasados al morir. Y lo enterraron sus hijos Esaú y Jacob.

Génesis 36

Descendientes de Esaú

1 Este es el relato de los descendientes de Esaú (también conocido como Edom).

2 Esaú se casó con dos mujeres jóvenes de Canaán: Ada, hija de Elón el hitita, y Aholibama, hija de Aná y nieta de Zibeón el heveo.

3 También se casó con su prima Basemat, que era hija de Ismael y hermana de Nebaiot.

4 Ada dio a luz un hijo, a quien llamaron Elifaz. Basemat dio a luz un hijo llamado Reuel.

5 Aholibama dio a luz varones: Jeús, Jaalam y Coré. Todos esos hijos le nacieron a Esaú en la tierra de Canaán.

6 Esaú tomó a sus esposas, a sus hijos y a los de su casa, junto con sus animales y su ganado —toda la riqueza que había adquirido en la tierra de Canaán— y se mudó para alejarse de su hermano Jacob.

7 No había tierra suficiente para sustentar a ambos, debido a la cantidad de animales y posesiones que habían adquirido.

8 Por eso, Esaú (también conocido como Edom) se estableció en la zona montañosa de Seir.

9 Este es el relato de los descendientes de Esaú, los edomitas, que habitaron en la zona montañosa de Seir.

10 Estos son los nombres de los hijos de Esaú: Elifaz, hijo de Ada, esposa de Esaú; y Reuel, hijo de Basemat, esposa de Esaú.

11 Los descendientes de Elifaz fueron Temán, Omar, Zefo, Gatam y Cenaz.

12 Timna, la concubina de Elifaz, hijo de Esaú, dio a luz un hijo llamado Amalec. Estos fueron los descendientes de Ada, esposa de Esaú.

13 Los descendientes de Reuel fueron Nahat, Zera, Sama y Miza. Estos fueron los descendientes de Basemat, esposa de Esaú.

14 Esaú también tuvo hijos con Aholibama, hija de Aná y nieta de Zibeón. Sus nombres fueron Jeús, Jaalam y Coré.

15 Estos son los descendientes de Esaú que llegaron a ser jefes de varios clanes:

Los descendientes del hijo mayor de Esaú, Elifaz, llegaron a ser jefes de los clanes de Temán, Omar, Zefo, Cenaz,

16 Coré, Gatam y Amalec. Ellos son los jefes de los clanes en la tierra de Edom que descendieron de Elifaz. Todos fueron descendientes de Ada, esposa de Esaú.

17 Los descendientes de Reuel, hijo de Esaú, se convirtieron en los jefes de los clanes de Nahat, Zera, Sama y Miza. Esos son los jefes de los clanes en la tierra de Edom que descendieron de Reuel. Todos fueron descendientes de Basemat, esposa de Esaú.

18 Los descendientes de Esaú con su esposa Aholibama llegaron a ser jefes de los clanes de Jeús, Jaalam y Coré. Ellos son los jefes de los clanes que descendieron de Aholibama, esposa de Esaú e hija de Aná.

19 Esos son los clanes que descendieron de Esaú (también conocido como Edom), cada uno identificado por el nombre del jefe de su clan.

Habitantes originarios de Edom

20 Estos son los nombres de las tribus que descendieron de Seir el horeo, las cuales habitaron en la tierra de Edom: Lotán, Sobal, Zibeón, Aná,

21 Disón, Ezer y Disán. Estos fueron los jefes de los clanes horeos, descendientes de Seir, que habitaron en la tierra de Edom.

22 Los descendientes de Lotán fueron Hori y Hemam. La hermana de Lotán se llamaba Timna.

23 Los descendientes de Sobal fueron Alván, Manahat, Ebal, Sefo y Onam.

24 Los descendientes de Zibeón fueron Aja y Aná. (Este Aná fue el que descubrió las aguas termales en el desierto mientras cuidaba los burros de su padre).

25 Los descendientes de Aná fueron su hijo Disón, y su hija Aholibama.

26 Los descendientes de Disónfueron Hemdán, Esbán, Itrán y Querán.

27 Los descendientes de Ezer fueron Bilhán, Zaaván y Acán.

28 Los descendientes de Disán fueron Uz y Arán.

29 Así que los jefes de los clanes horeos fueron Lotán, Sobal, Zibeón, Aná,

30 Disón, Ezer y Disán. Los clanes horeos llevan el nombre de sus jefes de clan, los cuales habitaron en la tierra de Seir.

Gobernantes de Edom

31 Estos son los reyes que gobernaron en la tierra de Edom antes de que los israelitas tuvieran rey:

32 Bela, hijo de Beor, quien reinó en Edom desde su ciudad de Dinaba.

33 Cuando Bela murió, reinó en su lugar Jobab, hijo de Zera, quien era de Bosra.

34 Cuando Jobab murió, reinó en su lugar Husam, quien era de la región de Temán.

35 Cuando Husam murió, reinó en su lugar Hadad, hijo de Bedad; y gobernó desde la ciudad de Avit. Él fue quien derrotó a los madianitas en la tierra de Moab.

36 Cuando Hadad murió, reinó en su lugar Samla, quien era de la ciudad de Masreca.

37 Cuando Samla murió, reinó en su lugar Saúl, quien era de la ciudad de Rehobot del Río.

38 Cuando Saúl murió, reinó en su lugar Baal-hanán, hijo de Acbor.

39 Cuando Baal-hanán, hijo de Acbor, murió, reinó en su lugar Hadady gobernó desde la ciudad de Pau. Su esposa fue Mehetabel, hija de Matred y nieta de Mezaab.

40 Estos son los nombres de los jefes de los clanes descendientes de Esaú, los cuales habitaron en los lugares que llevan sus mismos nombres: Timna, Alva, Jetet,

41 Aholibama, Ela, Pinón,

42 Cenaz, Temán, Mibzar,

43 Magdiel e Iram. Esos son los jefes de los clanes de Edom, registrados según los asentamientos en la tierra que ocuparon. Todos ellos descendieron de Esaú, el antepasado de los edomitas.

Génesis 37

Los sueños de José

1 Entonces Jacob volvió a establecerse en la tierra de Canaán, donde su padre había vivido como extranjero.

2 Este es el relato de Jacob y su familia. Cuando José tenía diecisiete años de edad, a menudo cuidaba los rebaños de su padre. Trabajaba para sus medios hermanos, los hijos de Bilha y Zilpa, dos de las esposas de su padre, así que le contaba a su padre acerca de las fechorías que hacían sus hermanos.

3 Jacobamaba a José más que a sus otros hijos porque le había nacido en su vejez. Por eso, un día, Jacob mandó a hacer un regalo especial para José: una hermosa túnica.

4 Pero sus hermanos lo odiaban porque su padre lo amaba más que a ellos. No dirigían ni una sola palabra amable hacia José.

5 Una noche José tuvo un sueño, y cuando se lo contó a sus hermanos, lo odiaron más que nunca.

6 —Escuchen este sueño —les dijo—.

7 Resulta que estábamos en el campo atando gavillas de grano. De repente, mi gavilla se levantó, y las gavillas de ustedes se juntaron alrededor de la mía, ¡y se inclinaron ante ella!

8 Sus hermanos respondieron:

—Así que crees que serás nuestro rey, ¿no es verdad? ¿De veras piensas que reinarás sobre nosotros?

Así que lo odiaron aún más debido a sus sueños y a la forma en que los contaba.

9 Al poco tiempo José tuvo otro sueño y de nuevo se lo contó a sus hermanos.

—Escuchen, tuve otro sueño —les dijo—. ¡El sol, la luna y once estrellas se inclinaban ante mí!

10 Esta vez le contó el sueño a su padre además de a sus hermanos, pero su padre lo reprendió.

—¿Qué clase de sueño es ese? —le preguntó—. ¿Acaso tu madre, tus hermanos y yo llegaremos a postrarnos delante de ti?

11 Sin embargo, mientras los hermanos de José tenían celos de él, su padre estaba intrigado por el significado de los sueños.

12 Poco tiempo después, los hermanos de José fueron hasta Siquem para apacentar los rebaños de su padre.

13 Cuando ya llevaban un buen tiempo allí, Jacob le dijo a José:

—Tus hermanos están en Siquem apacentando las ovejas. Prepárate, porque te enviaré a verlos.

—Estoy listo para ir —respondió José.

14 —Ve a ver cómo están tus hermanos y los rebaños —dijo Jacob—. Luego vuelve aquí y tráeme noticias de ellos.

Así que Jacob despidió a José, y él viajó hasta Siquem desde su casa, en el valle de Hebrón.

15 Cuando José llegó a Siquem, un hombre de esa zona lo encontró dando vueltas por el campo.

—¿Qué buscas? —le preguntó.

16 —Busco a mis hermanos —contestó José—. ¿Sabe usted dónde están apacentando sus rebaños?

17 —Sí —le dijo el hombre—. Se han ido de aquí, pero les oí decir: “Vayamos a Dotán”.

Entonces José siguió a sus hermanos hasta Dotán y allí los encontró.

José es vendido como esclavo

18 Cuando los hermanos de José lo vieron acercarse, lo reconocieron desde lejos. Mientras llegaba, tramaron un plan para matarlo.

19 —¡Aquí viene el soñador! —dijeron—.

20 Vamos, matémoslo y tirémoslo en una de esas cisternas. Podemos decirle a nuestro padre: “Un animal salvaje se lo comió”. ¡Entonces veremos en qué quedan sus sueños!

21 Pero cuando Rubén oyó el plan, trató de salvar a José.

—No lo matemos —dijo—.

22 ¿Para qué derramar sangre? Solo tirémoslo en esta cisterna vacía, aquí en el desierto. Entonces morirá sin que le pongamos una mano encima.

Rubén tenía pensado rescatar a José y devolverlo a su padre.

23 Entonces, cuando llegó José, sus hermanos le quitaron la hermosa túnica que llevaba puesta.

24 Después lo agarraron y lo tiraron en la cisterna. Resulta que la cisterna estaba vacía; no tenía nada de agua adentro.

25 Luego, justo cuando se sentaron a comer, levantaron la vista y vieron a la distancia una caravana de camellos que venía acercándose. Era un grupo de mercaderes ismaelitas que transportaban goma de resina, bálsamo y resinas aromáticas desde Galaad hasta Egipto.

26 Judá dijo a sus hermanos: «¿Qué ganaremos con matar a nuestro hermano? Tendríamos que encubrir el crimen.

27 En lugar de hacerle daño, vendámoslo a esos mercaderes ismaelitas. Después de todo, es nuestro hermano, ¡de nuestra misma sangre!». Así que sus hermanos estuvieron de acuerdo.

28 Entonces, cuando se acercaron los ismaelitas, que eran mercaderes madianitas, los hermanos de José lo sacaron de la cisterna y se lo vendieron por veinte monedasde plata. Y los mercaderes lo llevaron a Egipto.

29 Tiempo después, Rubén regresó para sacar a José de la cisterna. Cuando descubrió que José no estaba allí, se rasgó la ropa en señal de lamento.

30 Luego regresó a donde estaban sus hermanos y dijo lamentándose: «¡El muchacho desapareció! ¿Qué voy a hacer ahora?».

31 Entonces los hermanos mataron un cabrito y mojaron la túnica de José con la sangre.

32 Luego enviaron la hermosa túnica a su padre con el siguiente mensaje: «Mira lo que encontramos. Esta túnica, ¿no es la de tu hijo?».

33 Su padre la reconoció de inmediato. «Sí —dijo él—, es la túnica de mi hijo. Seguro que algún animal salvaje se lo comió. ¡Sin duda despedazó a José!».

34 Entonces Jacob rasgó su ropa y se vistió de tela áspera, e hizo duelo por su hijo durante mucho tiempo.

35 Toda su familia intentó consolarlo, pero él no quiso ser consolado. A menudo decía: «Me iré a la tumballorando a mi hijo», y entonces sollozaba.

36 Mientras tanto, los mercaderes madianitasllegaron a Egipto, y allí le vendieron a José a Potifar, quien era un oficial del faraón, rey de Egipto. Potifar era capitán de la guardia del palacio.

Génesis 38

Judá y Tamar

1 En esos días, Judá dejó su casa y se fue a Adulam, donde se quedó con un hombre llamado Hira.

2 Allí vio a una mujer cananea, la hija de Súa, y se casó con ella. Cuando se acostaron,

3 ella quedó embarazada y dio a luz un hijo, y le puso por nombre Er.

4 Después volvió a quedar embarazada y dio a luz otro hijo, y le puso por nombre Onán.

5 Además, dio a luz un tercer hijo y lo llamó Sela. Cuando nació Sela, ellos vivían en Quezib.

6 Con el transcurso del tiempo, Judá arregló que Er, su hijo mayor, se casara con una joven llamada Tamar.

7 Pero Er era un hombre perverso ante los ojos delSeñor, y elSeñorle quitó la vida.

8 Entonces Judá dijo a Onán, hermano de Er: «Cásate con Tamar, como nuestra ley exige al hermano de un hombre que haya muerto. Tú debes darle un heredero a tu hermano».

9 Pero Onán no estaba dispuesto a tener un hijo que no fuera su propio heredero. Por eso, cada vez que tenía relaciones sexuales con la mujer de su hermano, derramaba el semen en el suelo. Esto evitaba que ella tuviera un hijo de su hermano.

10 Así que elSeñorconsideró una maldad que Onán negara un hijo a su hermano muerto, y elSeñortambién le quitó la vida a Onán.

11 Entonces Judá le dijo a Tamar, su nuera: «Vuelve a la casa de tus padres y permanece viuda hasta que mi hijo Sela tenga edad suficiente para casarse contigo». (Pero en realidad, Judá no pensaba hacerlo porque temía que Sela también muriera, igual que sus dos hermanos). Entonces Tamar regresó a vivir a la casa de sus padres.

12 Unos años después, murió la esposa de Judá. Cumplido el período de luto, Judá y su amigo Hira el adulamita subieron a Timna para supervisar la esquila de sus ovejas.

13 Alguien le dijo a Tamar: «Mira, tu suegro sube a Timna para esquilar sus ovejas».

14 Tamar ya sabía que Sela había crecido, pero aún no se había arreglado nada para que ella se casara con él. Así que se quitó la ropa de viuda y se cubrió con un velo para disfrazarse. Luego se sentó junto al camino, a la entrada de la aldea de Enaim, la cual está rumbo a Timna.

15 Judá la vio y creyó que era una prostituta, porque ella tenía el rostro cubierto.

16 Entonces se detuvo y le hizo una propuesta indecente:

—Déjame tener sexo contigo —le dijo, sin darse cuenta de que era su propia nuera.

—¿Cuánto me pagarás por tener sexo contigo? —preguntó Tamar.

17 —Te enviaré un cabrito de mi rebaño —prometió Judá.

—¿Pero qué me darás como garantía de que enviarás el cabrito? —preguntó ella.

18 —¿Qué clase de garantía quieres? —respondió él.

Ella contestó:

—Déjame tu sello de identidad junto con su cordón, y el bastón que llevas.

Entonces Judá se los entregó. Después tuvo relaciones sexuales con ella, y Tamar quedó embarazada.

19 Luego ella regresó a su casa, se quitó el velo y se puso la ropa de viuda como de costumbre.

20 Más tarde Judá le pidió a su amigo Hira el adulamita que llevara el cabrito a la mujer y recogiera las cosas que le había dejado como garantía, pero Hira no pudo encontrarla.

21 Entonces preguntó a los hombres de ese lugar:

—¿Dónde puedo encontrar a la prostituta del templo local que se sentaba junto al camino, a la entrada de Enaim?

—Nunca hemos tenido una prostituta del templo aquí —contestaron ellos.

22 Entonces Hira regresó a donde estaba Judá y le dijo:

—No pude encontrarla por ninguna parte, y los hombres de la aldea afirman que nunca ha habido una prostituta del templo pagano en ese lugar.

23 —Entonces deja que se quede con las cosas que le di —dijo Judá—. Envié el cabrito, tal como acordamos, pero tú no pudiste encontrarla. Si regresamos a buscarla, seremos el hazmerreír del pueblo.

24 Unos tres meses después, le dijeron a Judá:

—Tu nuera Tamar se ha comportado como una prostituta y ahora, como consecuencia, está embarazada.

—¡Sáquenla y quémenla! —ordenó Judá.

25 Pero cuando la sacaban para matarla, ella envió el siguiente mensaje a su suegro: «El dueño de estas cosas fue quien me dejó embarazada. Fíjese bien. ¿De quién son este sello, este cordón y este bastón?».

26 Judá los reconoció enseguida y dijo:

—Ella es más justa que yo, porque no arreglé que ella se casara con mi hijo Sela.

Y Judá nunca más volvió a acostarse con Tamar.

27 Cuando llegó el tiempo de que Tamar diera a luz, se descubrió que esperaba gemelos.

28 Durante el parto, uno de los niños sacó la mano, entonces la partera le ató un hilo rojo en la muñeca y anunció: «Este salió primero».

29 Pero luego el niño metió la mano de vuelta, ¡y salió primero su hermano! Entonces la partera exclamó: «¡Vaya! ¿Cómo hiciste para abrirte brecha y salir primero?». Y lo llamaron Fares.

30 Luego nació el niño que llevaba el hilo rojo en la muñeca, y lo llamaron Zera.

Génesis 39

José en la casa de Potifar

1 Cuando los mercaderes ismaelitas llevaron a José a Egipto, lo vendieron a Potifar, un oficial egipcio. Potifar era capitán de la guardia del faraón, rey de Egipto.

2 ElSeñorestaba con José, por eso tenía éxito en todo mientras servía en la casa de su amo egipcio.

3 Potifar lo notó y se dio cuenta de que elSeñorestaba con José, y le daba éxito en todo lo que hacía.

4 Eso agradó a Potifar, quien pronto nombró a José su asistente personal. Lo puso a cargo de toda su casa y de todas sus posesiones.

5 Desde el día en que José quedó encargado de la casa y de las propiedades de su amo, elSeñorcomenzó a bendecir la casa de Potifar por causa de José. Todos los asuntos de la casa marchaban bien, y las cosechas y los animales prosperaron.

6 Pues Potifar le dio a José total y completa responsabilidad administrativa sobre todas sus posesiones. Con José a cargo, Potifar no se preocupaba por nada, ¡excepto qué iba a comer!

José era un joven muy apuesto y bien fornido,

7 y la esposa de Potifar pronto comenzó a mirarlo con deseos sexuales.

—Ven y acuéstate conmigo —le ordenó ella.

8 Pero José se negó:

—Mire —le contestó—, mi amo confía en mí y me puso a cargo de todo lo que hay en su casa.

9 Nadie aquí tiene más autoridad que yo. Él no me ha negado nada, con excepción de usted, porque es su esposa. ¿Cómo podría yo cometer semejante maldad? Sería un gran pecado contra Dios.

10 Día tras día, ella seguía presionando a José, pero él se negaba a acostarse con ella y la evitaba tanto como podía.

11 Cierto día, sin embargo, José entró a hacer su trabajo y no había nadie más allí.

12 Ella llegó, lo agarró del manto y le ordenó: «¡Vamos, acuéstate conmigo!». José se zafó de un tirón, pero dejó su manto en manos de ella al salir corriendo de la casa.

13 Cuando ella vio que tenía el manto en las manos y que él había huido,

14 llamó a sus siervos. Enseguida todos los hombres llegaron corriendo. «¡Miren! —dijo ella—. ¡Mi esposo ha traído aquí a este esclavo hebreo para que nos deje en ridículo! Él entró en mi cuarto para violarme, pero yo grité.

15 Cuando me oyó gritar, salió corriendo y se escapó, pero dejó su manto en mis manos».

16 Ella se quedó con el manto hasta que su esposo regresó a la casa.

17 Luego le contó su versión de lo sucedido: «Ese esclavo hebreo que trajiste a nuestra casa intentó entrar y aprovecharse de mí;

18 pero, cuando grité, ¡salió corriendo y dejó su manto en mis manos!».

José es encarcelado

19 Potifar se enfureció cuando oyó el relato de su esposa acerca de cómo José la había tratado.

20 Entonces agarró a José y lo metió en la cárcel donde estaban los presos del rey. José quedó allí,

21 pero elSeñorestaba con José en la cárcel y le mostró su fiel amor. ElSeñorhizo que José fuera el preferido del encargado de la cárcel.

22 Poco después el director puso a José a cargo de los demás presos y de todo lo que ocurría en la cárcel.

23 El encargado no tenía de qué preocuparse, porque José se ocupaba de todo. ElSeñorestaba con él y lo prosperaba en todo lo que hacía.

Génesis 40

José interpreta dos sueños

1 Pasado un tiempo, el jefe de los coperos y el jefe de los panaderos del faraón ofendieron a su señor, el rey.

2 El faraón se enojó con esos dos funcionarios

3 y los puso en la cárcel donde estaba José, en el palacio del capitán de la guardia.

4 Ellos permanecieron en la cárcel durante mucho tiempo, y el capitán de la guardia los asignó a José, quien se ocupaba de ellos.

5 Una noche, mientras estaban en la cárcel, el copero y el panadero del faraón tuvieron cada uno un sueño, y cada sueño tenía su propio significado.

6 Cuando José los vio a la mañana siguiente, notó que los dos parecían preocupados.

7 —¿Por qué se ven tan preocupados hoy? —les preguntó.

8 —Anoche los dos tuvimos sueños —contestaron ellos—, pero nadie puede decirnos lo que significan.

—La interpretación de los sueños es asunto de Dios —respondió José—. Vamos, cuéntenme lo que soñaron.

9 Entonces el jefe de los coperos fue el primero en contarle su sueño a José.

—En mi sueño —dijo él—, vi una vid delante de mí.

10 La vid tenía tres ramas, las cuales comenzaron a brotar y a florecer y, en poco tiempo, produjo racimos de uvas maduras.

11 Yo tenía la copa del faraón en mi mano, entonces tomé un racimo de uvas y exprimí el jugo en la copa. Después puse la copa en la mano del faraón.

12 —El sueño significa lo siguiente —dijo José—: las tres ramas representan tres días;

13 dentro de tres días, el faraón te levantará y te pondrá nuevamente en tu puesto como jefe de sus coperos.

14 Te pido que te acuerdes de mí y me hagas un favor cuando las cosas te vayan bien. Háblale de mí al faraón, para que me saque de este lugar.

15 Pues me trajeron secuestrado desde mi tierra, la tierra de los hebreos, y ahora estoy aquí en la cárcel, aunque no hice nada para merecerlo.

16 Cuando el jefe de los panaderos vio que José había dado una interpretación tan positiva del primer sueño, le dijo a José:

—Yo también tuve un sueño. En mi sueño, había tres canastas de pasteles blancos sobre mi cabeza.

17 En la canasta de arriba había todo tipo de pasteles para el faraón, pero llegaron las aves y se los comieron de la canasta que estaba sobre mi cabeza.

18 —El sueño significa lo siguiente —le dijo José—: las tres canastas también representan tres días.

19 En tres días, el faraón te levantará y atravesará tu cuerpo con un poste; luego las aves llegarán y picotearán tu carne.

20 Tres días después era el cumpleaños del faraón, quien preparó un banquete para todos sus funcionarios y su personal. Así que llamó al jefe de sus coperos y al jefede sus panaderos para que se unieran a los demás funcionarios.

21 Entonces restituyó al jefe de los coperos a su cargo anterior, para que volviera a entregar al faraón su copa.

22 Pero el faraón atravesó al jefe de los panaderos con un poste, tal como José había predicho cuando le interpretó el sueño.

23 Sin embargo, el jefe de los coperos del faraón se olvidó de José por completo y nunca más volvió a pensar en él.

Génesis 41

Los sueños del faraón

1 Dos años después, el faraón soñó que estaba de pie a la orilla del río Nilo.

2 En su sueño, vio siete vacas gordas y sanas que salían del río y comenzaban a pastar entre los juncos.

3 Luego vio otras siete vacas que salían del Nilo detrás de ellas, pero eran flacas y raquíticas. Esas vacas se pusieron junto a las vacas gordas, en la ribera del río.

4 ¡Entonces las vacas flacas y raquíticas se comieron a las siete vacas gordas y sanas! En ese momento del sueño, el faraón se despertó.

5 Después volvió a dormirse y tuvo un segundo sueño. Esta vez vio siete espigas llenas de grano, robustas y hermosas, que crecían de un solo tallo.

6 Luego aparecieron otras siete espigas de grano, pero estaban resecas y marchitadas por el viento oriental.

7 ¡Entonces las espigas secas se tragaron a las siete robustas y bien formadas! El faraón volvió a despertarse y se dio cuenta de que era un sueño.

8 A la mañana siguiente, el faraón estaba muy perturbado por los sueños. Entonces llamó a todos los magos y a los sabios de Egipto. Cuando el faraón les contó sus sueños, ninguno de ellos pudo decirle lo que significaban.

9 Finalmente habló el jefe de los coperos del rey: «Hoy he recordado mi falla —le dijo al faraón—.

10 Hace un tiempo, usted se enojó con el jefe de los panaderos y conmigo, y nos encarceló en el palacio del capitán de la guardia.

11 Una noche, el jefe de los panaderos y yo tuvimos cada uno un sueño, y cada sueño tenía su propio significado.

12 Con nosotros, en la cárcel, había un joven hebreo, que era esclavo del capitán de la guardia. Nosotros le contamos nuestros sueños, y él nos explicó el significado de cada sueño.

13 Y todo sucedió tal como él lo había predicho. Yo fui restituido a mi puesto de copero, y el jefe de los panaderos fue ejecutado y atravesado con un poste».

14 El faraón mandó llamar a José de inmediato, y enseguida lo trajeron de la cárcel. Después de afeitarse y cambiarse de ropa, José se presentó ante el faraón.

15 Entonces el faraón le dijo:

—Anoche tuve un sueño, y nadie aquí puede decirme lo que significa; pero me enteré de que cuando tú oyes un sueño puedes interpretarlo.

16 —No está en mis manos el poder para hacerlo —respondió José—, pero Dios puede decirle lo que su sueño significa y darle tranquilidad.

17 Entonces el faraón le contó su sueño a José.

—En mi sueño —le dijo—, yo estaba de pie a la orilla del río Nilo

18 y vi siete vacas gordas y sanas que salían del río y comenzaban a pastar entre los juncos.

19 Luego vi siete vacas flacas y raquíticas con aspecto enfermizo que salían después de las primeras. Jamás había visto unos animales tan lamentables en toda la tierra de Egipto.

20 Entonces esas vacas flacas y raquíticas se comieron a las siete vacas gordas,

21 pero nadie lo hubiera creído, ¡porque después seguían siendo tan flacas y raquíticas como antes! Luego me desperté.

22 »En mi sueño también vi siete espigas llenas de grano, robustas y hermosas, que crecían de un solo tallo.

23 Después aparecieron otras siete espigas de grano, pero estaban infestadas, resecas y marchitadas por el viento oriental.

24 Entonces las espigas secas se tragaron a las siete robustas. Les conté esos sueños a los magos, pero ninguno pudo decirme lo que significan.

25 José respondió:

—Ambos sueños del faraón significan lo mismo. Dios le da a conocer de antemano al faraón lo que está por hacer.

26 Las siete vacas sanas y las siete espigas robustas representan siete años de prosperidad.

27 Las siete vacas flacas y raquíticas que salieron después, y las siete espigas resecas y marchitadas por el viento oriental representan siete años de hambre.

28 »Esto sucederá tal como lo he descrito, pues Dios ha revelado de antemano al faraón lo que está por hacer.

29 Los próximos siete años serán un período de gran prosperidad en toda la tierra de Egipto,

30 pero después llegarán siete años de un hambre tan intensa que hará olvidar toda esa prosperidad de Egipto. El hambre destruirá la tierra.

31 La hambruna será tan grave que borrará hasta el recuerdo de los años buenos.

32 El haber tenido dos sueños similares significa que esos acontecimientos fueron decretados por Dios, y él hará que ocurran pronto.

33 »Por lo tanto, el faraón debería encontrar a un hombre inteligente y sabio, y ponerlo a cargo de toda la tierra de Egipto.

34 Después el faraón debería nombrar supervisores de la tierra, a fin de que almacenen una quinta parte de las cosechas durante los siete años buenos.

35 Haga que ellos reúnan toda la producción de alimentos en los años buenos que vienen y la lleven a los graneros del faraón. Almacene bien el grano y vigílelo para que haya alimento en las ciudades.

36 De esa manera, habrá suficiente para comer cuando lleguen los siete años de hambre sobre la tierra de Egipto. De lo contrario, el hambre destruirá la tierra.

José es nombrado gobernador de Egipto

37 Las sugerencias de José fueron bien recibidas por el faraón y sus funcionarios.

38 Entonces el faraón preguntó a sus funcionarios: «¿Acaso encontraremos a alguien como este hombre, tan claramente lleno del espíritu de Dios?».

39 Así que el faraón dijo a José: «Como Dios te ha revelado el significado de los sueños a ti, es obvio que no hay nadie más sabio e inteligente que tú.

40 Quedarás a cargo de mi palacio, y toda mi gente recibirá órdenes de ti. Solo yo, sentado en mi trono, tendré un rango superior al tuyo».

41 El faraón dijo a José: «Yo, aquí en persona, te pongo a cargo de toda la tierra de Egipto».

42 Luego el faraón se quitó de la mano el anillo con su sello oficial y lo puso en el dedo de José; lo vistió con ropas de lino de la mejor calidad y le puso un collar de oro.

43 Después hizo que José subiera al carro de guerra reservado para su segundo en autoridad, y dondequiera que iba José, se gritaba la orden: «¡Arrodíllense!». Así que el faraón puso a José a cargo de todo Egipto,

44 y le dijo: «Yo soy el faraón, pero nadie levantará una mano ni un pie en toda la tierra de Egipto sin tu aprobación».

45 Luego el faraón le puso un nuevo nombre a José, un nombre egipcio: Zafnat-panea.También le dio una esposa, quien se llamaba Asenat y era hija de Potifera, el sacerdote de On.Entonces José se hizo cargo de toda la tierra de Egipto.

46 Tenía treinta años cuando comenzó a servir en el palacio del faraón, rey de Egipto. Después, cuando José salió de la presencia del faraón, inspeccionó toda la tierra de Egipto.

47 Tal como se había predicho, la tierra produjo cosechas abundantes durante siete años.

48 Todos esos años, José recogió todas las cosechas que crecieron en Egipto y guardó en las ciudades el grano de los campos aledaños.

49 Acumuló grandes cantidades de grano, tanto como si fuera arena a la orilla del mar. Al final, dejó de registrar las cantidades porque había tanto que resultaba imposible medirlo.

50 Durante ese tiempo, antes del primer año de hambre, les nacieron dos hijos a José y su esposa Asenat, hija de Potifera, el sacerdote de On.

51 José llamó a su hijo mayor Manasés,porque dijo: «Dios me hizo olvidar todas mis angustias y a todos los de la familia de mi padre».

52 José llamó a su segundo hijo Efraín,porque dijo: «Dios me hizo fructífero en esta tierra de mi aflicción».

53 Finalmente acabaron los siete años de cosechas abundantes en toda la tierra de Egipto.

54 Después comenzaron los siete años de hambre, tal como José había predicho. El hambre también azotó a todas las regiones vecinas, pero en todo Egipto había alimento de sobra.

55 Con el tiempo, sin embargo, el hambre se extendió por toda la tierra de Egipto también. Cuando la gente reclamó alimento al faraón, él les dijo: «Vayan a ver a José y hagan todo lo que les diga».

56 Entonces, dada la gravedad del hambre en todas partes, José abrió los graneros y distribuyó grano a los egipcios, porque el hambre era intensa en toda la tierra de Egipto.

57 Y llegaba a Egipto gente de todas partes para comprarle grano a José, porque el hambre era intensa en todo el mundo.